Capitulo 4 | Di la verdad, Gran Revis.

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El único sonido que se escuchaba por las calles del pueblo de Mirai, a pesar de la ventisca de nieve, era la risa de Jo Tribbiani. La rubia tenía ese mal hábito de reírse a carcajadas cuando la calle estaba en silencio. A su lado, fiel como un perro faldero, estaba Revis Winder. Sentado sobre un cubo de basura observando lo que tenía en sus manos.  Aunque el mentiroso no reía a carcajadas, una pequeña curva de una sonrisa adornaba su rostro. Estaba tan feliz, como Jo.

Su plan dio con éxito. Y la recompensa de los ganadores era la parte más divertida del plan.

— 20, 21, 22, 23…—conto Revis. — ¿Cuánto tienes, Jo?

— ¡20  chelines! —canturreo en respuesta. — ¡Mas 12 peniques! ¡Creo que soy la chica más feliz del mundo!

— No exageres. —rio Revis. Esta vez, movió sus dedos al hurgar en la billetera de Caryl Liddell para seguir contando los billetes en su interior. En cambio, Jo contaba las monedas. — No puedo creer lo fácil que fue. Es decir… ¿Cómo sabias que Liddell se iba a comportar así al ver a un yo enfermo?

Jo frunció el ceño profundamente, pero no miro a Revis por esa vez. Paso su lengua por sus labios, y siguió contando las monedas, a pesar de ya haber sacado el total de todas.

— ¡Jo! —grito Revis.

La joven dio un respingo.

— ¿Qué, Gran Revis? —dijo mirándole. — ¿Acaso no puedes creer que mi plan ha resultado? ¡Supéralo!

— ¡No he dicho eso! Yo… —lo que tenía que decir, no lo dijo. No porque no quisiera, era porque se estaba preguntando realmente quien era Jo Tribbiani. O si ese era su verdadero nombre. — ¿Jo es realmente Jo?

Era una pregunta con trampa, pero Revis espero a que Jo no lo pillara. Pero ella no lo hizo, solo miro sus manos, y acomodo las monedas una sobre otra. En delicado silencio.

— No sé a qué te refieres.

— Ni yo… Creo.

Revis hizo una mueca. Termino de contar los billetes, y miro de reojo a su compañera.

Él es Revis Winder, y desconfía de Jo Tribbiani.

—Tengo 25 libras—dijo, refiriéndose a los billetes. —Lo suficiente. Me llevare esto a casa. Gracias, Jo.

— Jo es solo un apodo. —dijo ella. Esta vez estaba viendo a Revis a los ojos. — Me llamo Johanna. No lo sabias ¿verdad?

— Encantado de conocerte, Johanna.

Ella rio, con ánimos.

— No me has dicho mucho de ti, Gran Revis.

—Te dije mi nombre, con eso basta.

— Enserio.

— No hay mucho que contar, la verdad.

— Lo dudo. Si estás buscando dinero y comida para tus hermanos, ¿Por qué no para tus padres? Asumo que eres huérfano… Vamos, ¿no confías en mí?

Jo se tomó tiempo para observar de hito a hito al muchacho que tenía en frente, si bien, Revis era un libro abierto, aún seguía manteniendo esa postura de soy-inocente y los secretos no estaban escritos en ninguna parte del libro. Sin embargo, cada uno tenía sus secretos.

El muchacho sonrió de oreja a oreja, de alguna manera la cercanía de Jo era apacigüe, era precioso contar con alguien a quien contar tus secretos y travesuras. Pensó, en que si, la rubia quería conocerlo tal vez debería de hacerlo desde el principio. Así que le conto lo que el sabia, por ahora.

El Mentiroso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora