Capítulo 3

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La luz del día entró por la ventana, Buffy agarró la sábana y se la puso sobre la cabeza para evitarla, pero finalmente decidió levantarse e ir a despertar a Dawn que aún seguía dormida; giró su cabeza para mirar hacia el reloj que se encontraba sobre la mesilla de noche, eran las ocho en punto.

—Mierda. —se incorporó de un salto y se comenzó a desvestir para ducharse, se puso la toalla para cubrirse y fue directamente a despertar a su hermana.

—¡Dawn, ve preparándote, que llegamos tarde! —dijo mientras corría hacia el baño.

Salieron tan rápido de la casa que no se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo: un portal mágico se acababa de abrir en medio del salón.

Spike se levantó precipitadamente al percatarse de aquello, se aproximó a la gran circunferencia con precaución e intentó ver lo que había al otro lado, pero su intenso color rojizo no dejaba ver fácilmente a través de ella.

En ese momento una mano emergió del interior del portal y asió a Spike por el cuello, que desesperado intentó deshacerse de su agarre, mientras luchaba porque no lo arrastrarse al interior del portal. Tras un rato forcejeando, Spike consiguió desprenderse del agarre de aquella mano anónima.
Cayó al suelo, pero se incorporó rápidamente, preparado para luchar contra lo que fuese que hubiera al otro lado del portal.

Una delicada pierna de mujer surgió del interior, seguida por un cuerpo, desgraciadamente, familiar. Tras unos instantes, Spike pudo descubrir con horror lo que estaba sucediendo.

—Spike, cuánto tiempo. —dijo la mujer irónicamente, esbozando una sonrisa perfecta.

—Glory. —dijo casi en un susurro.

—Sigo esperando a que me des lo que acordamos. Se te acaba el plazo.
La necesito antes de la noche de la luna roja.

—Lo sé, pero aún no puedo dártelo, necesito tiempo...

—Hicimos un trato, William, —dijo con tono coqueto, mientras miraba sus uñas pintadas de rojo despreocupadamente- ya no puedes echarte atrás, y llevo esperando mucho tiempo.
Si no me la das pronto, la tendré que coger yo misma.

Spike se sorprendió al escuchar a Glory llamarlo por el que había su nombre antes de ser transformardo en vampiro.

—No, no puedes hacer eso.

—Oh, mi pequeño Spike, nunca subestimes a un dios. Tengo mis recursos.

—No lo hago, hablo en base a lo que he visto. Buffy te pateó el culo una vez, ¿qué te hace pensar que no lo volverá a hacer?

—Porque no le dará tiempo. —dijo con voz burlona, levantando la vista hacia el pecho de Spike. —Además, ya no es la cazavampiros.

—No te acerques a Dawn, te mataré.

—Jaja, ya me estás subestimando de nuevo, no sabes lo que soy capaz de hacer con tal de conseguir esa maldita llave.

—Entonces, ¿por qué no me matas? Al fin y al cabo tan solo soy un obstáculo en tus planes. Podemos anular el trato...

—Ay, tú no eres ningún obstáculo, eres quien me conducirá directo a la llave, ahora me perteneces, quieras o no. Si supusieses un obstáculo para mí, no te habría devuelto a la vida. —dijo interrumpiéndolo
—Y ya es un poco tarde para echarse atrás, ¿no te parece, William? —concluyó con tono burlón, mientras acariciaba el rostro del chico con sus uñas.

El silencio reinó en la estancia. El portal había desaparecido, al igual que la diosa, con aspecto de hermosa joven. Pero Spike aún seguía dándole vueltas a las palabras de Glory.

Quizás haber regresado de entre los muertos no había sido buena idea ya que, según lo que había dicho la diosa, ya no había vuelta atrás; él ya no era dueño de sus acciones, quizás tampoco de sus pensamientos. Quizás, en aquel mismo momento, era Glory quien estaba instalando aquellas reflexiones en su cabeza con algún propósito desconocido.

Al pensar aquello un escalofrío le recorrió el cuerpo, se sorprendió por ello. Hacía, lo que parecían, siglos que no experimentaba esa clase de sensaciones, y era extraño recuperarlas y percibirlas con tanta claridad. En el infierno toda sensación sutil pasaba desapercibida frente a los miles de estímulos, en su mayoría dolorosos, a los que había estado sometido.

Unos toques en la puerta lo devolvieron a la realidad. Le resultó extraño, pero pensó que quizás sería la correspondencia.
Abrió la puerta sin pensarlo mucho, dando dos vueltas con la llave que previamente colgaba del llavero.

Sin que él pudiera reaccionar, un grupo de desagradables criaturas humanoides lo agarraron, tirándolo al suelo e inmovilizándolo. Uno de ellos sacó de una bolsita un frasco, que abrió, y cuyo contenido derramó sobre el torso de Spike.
La piel del vampiro ardió al entrar en contacto con el agua bendita, provocando que este se estremeciera de dolor. Los seres apretaron su agarre, impidiéndole escapar.

A continuación comenzaron a golpearlo violentamente hasta que el cuerpo del chico no pudo soportarlo más, y dejó de oponer resistencia.

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