Capítulo 5

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Buffy se encontraba apenas a unas calles de distancia del instituto de Dawn, el centro más reconocido de Greenville, por la excelencia de sus alumnos.

Desde que se mudaron allí Dawn no había hecho muchos amigos, pasaba la mayor parte del tiempo en casa y cuando salía normalmente era para ir a clase o hacer algún recado. A Buffy no le preocupaba demasiado aquello, y aunque lo había hablado con ella en varias ocasiones, a Dawn no parecía afectarle en lo absoluto.
Durante esos últimos tres años había estado mucho más centrada en sus estudios, con lo que sus calificaciones habían sido excelentes.
Era su último año de instituto y esperaba obtener unas notas lo suficientemente altas para optar a una beca en la universidad el curso siguiente, dado que solo tenían el sueldo de Buffy y los ahorros que su madre había cosechado a lo largo de su vida.

Dawn aún no tenía claro qué quería estudiar ni dónde, pero deseaba ser aceptada en alguna de las universidades locales, dado que no se veía capaz, en ese momento, de vivir por su cuenta, además de que tampoco tenían dinero suficiente para alquilar un piso o una habitación en una residencia de estudiantes.

Antes de salir de su casa, Buffy se aseguró de tapiar todas las ventanas de la planta baja y cerrar con llave la puerta trasera y la de la entrada. Sabía que probablemente eso no era suficiente para detener a lo que quiera que hubiese irrumpido en su casa previamente, pero deseaba que al menos aquello le diera algo de tiempo.
A la salida no había ni rastro de Ángelus, lo que no sabía si era algo positivo o negativo.

Momentos después aparcó descuidadamente en la entrada del instituto. Las personas que casualmente pasaban por allí la miraron de manera despreciativa, pero no le importó, tenía cosas más importantes en las que pensar.

Se acercó a la recepción y preguntó por su hermana, inmediatamente la mujer encendió el micrófono.

—Dawn Summers, del curso 12D, vienen a buscarla. Por favor, acuda a recepción cuanto antes.

Los compañeros de Dawn la miraron interrogantes. Ella se levantó y sin hacer ruido, recogió sus cosas y salió del aula.
Tenía un mal presentimiento y sospechaba que aquella interrupción tenía algo que ver con la repentina aparición de Spike.

Al llegar a la recepción, Buffy se dirigió hacia ella. Verla tan tranquila y extrañada le indicaba que nada había ocurrido aún. Glory aún no había movido ficha.

—Dawn. —dijo abrazándola. La pequeña le devolvió el abrazo algo confundida.

—¿Qué ocurre?

—Te lo explico de camino a casa, vamos. —la agarró de la mano y se dirigieron hacia la salida.

—Señorita Summers. —dijo una voz a sus espaldas. Ambas se giraron. —¿No tenía usted que estar hoy aquí? ¿No tiene sesiones con los alumnos?

Buffy tragó saliva, tratando de pensar en alguna excusa coherente.

—Sí, señora Smith, pero hoy me toca por la tarde. Ahora tengo cita con el médico de Dawn para hacer unos análisis.

—Oh, entiendo. —dijo la recepcionista amablemente. —Que vaya bien.

—Igualmente, buenas tardes. —respondió Buffy automáticamente, dándose cuenta de que apenas debían de ser las once de la mañana.

Durante su viaje de regreso a casa, Buffy le contó a Dawn todo lo que había sucedido y lo que Spike le había confesado. Dawn no comprendía por qué estaba pasando todo aquello, después de tanto tiempo.

—Pensé que tras la destrucción de La Boca del Infierno y el llamamiento que se hizo a todas las mujeres del mundo a ser cazadoras, tus responsabilidades como cazavampiros serían mínimas, por no decir nulas... No entiendo por qué está sucediendo todo esto ahora. Pensé que tendríamos una vida normal.

—Lo sé, Dawn, yo tampoco entiendo nada. Al parecer fue Glory la que comenzó todo esto. Spike cayó en sus redes, Ángel perdió su alma y ha regresado a buscarnos, y Glory... En fin, Glory te busca a ti...

—Pero Glory... Glory estaba muerta, tú la mataste, o al menos al cuerpo del chico huésped.

—Ben. —dijo Buffy entrecerrando los ojos.

—Sí, Ben. Pero, ¿cómo es que está viva?

—No lo sé, Dawn, si lo supiera ya te lo habría dicho. —escupió exasperada. Estaba muy confundida por todo lo que estaba pasando. En primer lugar, ya era bastante duro aceptar la reaparición de Spike, su traición y que de pronto todo volvía a depender de ella; la vida de su hermana dependía de ella.

Dawn la miró de reojo y decidió guardar silencio. Se sorprendió a sí misma estando más preocupada por la posibilidad de no volver a tener una vida tranquila, que por el mero hecho de que su supervivencia estaba siendo amenazada.

A veces se preguntaba si Buffy no echaba en falta haber tenido una adolescencia como la del resto de jóvenes, una adolescencia en la que las únicas preocupaciones fueran los estudios y los chicos, y pasarlo bien. Buffy había tenido que madurar muy rápido y Dawn se sentía, en parte, responsable de ello. Tras la muerte de su madre, Buffy había sido un gran apoyo para Dawn, tanto a nivel emocional como económico, dado que ella aún no trabajaba.

Todos aquellos pensamientos se arremolinaban en la cabeza de Dawn. Miró a su hermana apenada, casi sin pensarlo, como si tratara de disculparse. Buffy se dio cuenta.

—Te quiero mucho, lo sabes, ¿verdad? —dijo sin quitar la vista de la carretera.

- Yo a ti también, Buffy...

—Vamos a solucionar esto, como hemos hecho siempre. Y todo volverá a estar bien, ¿vale?

Dawn asintió sin mucho entusiasmo. Debía confiar en su hermana. Al fin y al cabo ella era la cazavampiros, la elegida, había vencido innumerables villanos y aunque llevara bastante tiempo sin combatir, Dawn sentía que su esencia, que su fuerza, no se había debilitado ni un poquito.

Al llegar a la vivienda, ambas hermanas bajaron del coche, cerrando las puertas tras de sí.
Todo parecía extremadamente tranquilo, tanto que resultaba amenazante.

Buffy palpó los bolsillos de su pantalón en busca de su teléfono, pero entonces recordó que lo había dejado en la mesilla del salón. Maldijo entre dientes y se aproximó a la puerta, metió la llave y giró el pomo.
Adentro todo parecía igual de tranquilo, pero algo no andaba bien, el aire estaba cargado de una energía extraña.

—¿Tienes tu móvil? —le preguntó a Dawn, que observaba unos pasos tras ella, con precaución.

—Sí.

—Llama a Willow y dile que venga cuanto antes, que es una emergencia. Dile que Glory ha regresado. —Dawn asintió sacando el móvil de su bolsillo trasero, dispuesta a marcar.

Buffy avanzó unos pasos hacia la entrada. Asió el paragüas que reposaba a un lado de la puerta y lo levantó a la altura de su cabeza, mientras se adentraba en la casa.

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