Capitulo 3

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Revelaciones y Decisiones

Mike despertó con el recuerdo fresco de Kate en su mente. Durante días, había estado visitándola en el hospital sin falta, observando cómo su figura delicada yacía tranquila en la cama, conectada a máquinas que monitoreaban cada latido de su corazón. La sala del hospital se había convertido en su segunda casa, un refugio donde se enfrentaba a sus propios pensamientos y sentimientos encontrados.

El doctor había sido claro desde el principio: Kate estaba en coma inducido debido a una sobredosis de pastillas para dormir. El diagnóstico golpeó a Mike con una mezcla de tristeza y culpabilidad. ¿Cómo pudo no darse cuenta de lo que ella estaba pasando? Se torturaba con preguntas, pero cada día, su presencia junto a ella se convertía en un ritual de esperanza y redención.

Esa mañana, Mike llegó temprano al hospital. La luz del amanecer apenas se filtraba por las cortinas, iluminando débilmente la habitación silenciosa donde Kate descansaba. Se acercó a su lado, observando su rostro sereno, preguntándose si ella podía oír sus pensamientos y sentimientos no expresados.

—Kate —susurró Mike, tomando su mano con cuidado—. ¿Puedes escucharme?

El silencio era abrumador, solo interrumpido por el suave pitido de los monitores. Mike se dejó llevar por sus emociones, hablándole como si pudiera despertar en cualquier momento.

—Kate, no sé si puedes oírme, pero necesito que sepas cuánto significas para mí. Desde el momento en que te vi en ese sueño, mi vida cambió. Me enseñaste tanto sobre mí mismo, sobre el amor y la esperanza. No puedo perder lo que hemos comenzado. No puedo perderte.

Se detuvo un momento, sintiendo la emoción crecer en su garganta. Se sentía vulnerable, expuesto ante la posibilidad de perderla para siempre.

—Prometo estar aquí todos los días, Kate. No importa cuánto tiempo lleve, estaré aquí hasta que despiertes y me mires como si fuera la primera vez.

El día pasó lentamente mientras Mike permanecía junto a Kate. A medida que el sol se ponía y las sombras llenaban la habitación, una enfermera entró para revisar los signos vitales de Kate. Mike se retiró a un rincón, dándoles privacidad mientras hacían su trabajo. Miró por la ventana, observando las luces de la ciudad parpadear en la distancia, preguntándose cuánto tiempo más duraría esta espera angustiosa.

Cuando la enfermera terminó y se marchó, Mike regresó al lado de Kate. Suspiró profundamente, deseando que ella pudiera sentir su presencia, su deseo de estar cerca.

—Kate, tengo tanto que contarte cuando despiertes —continuó Mike, hablando en voz baja para no perturbar su paz—. He estado pensando mucho en lo que me dijiste en esos sueños. Sobre encontrar la felicidad dentro de mí mismo. Creo que estoy empezando a entenderlo, pero necesito que estés aquí para que podamos descubrirlo juntos.

Se quedó en silencio por un momento, sus pensamientos derramándose como un torrente emocional.

—No sé cómo te sientes ahora, pero quiero que sepas que estoy aquí para ti. Siempre. No importa lo que suceda, no te dejaré sola.

La noche envolvió la habitación en una calma inquieta. Mike se recostó en una silla junto a la cama de Kate, sus ojos cerrándose lentamente mientras sus pensamientos vagaban entre la esperanza y el miedo. Sabía que el camino hacia la recuperación de Kate sería largo y lleno de incertidumbre, pero estaba decidido a enfrentarlo a su lado.

Y así, entre susurros de promesas y suspiros de anhelos, Mike se durmió, esperando despertar junto a Kate cuando el amanecer trajera una nueva oportunidad de esperanza. 

Un amor en sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora