¿Pueden deducir si esa noche logré conciliar el sueño?
¿Aún más diciendo que pasé un largo rato mirando su número anotado en una servilleta?
Me la pasé pensando en qué me ocurría ¡Me habría vuelto loco! Fue la opción más verídica, esa estudiante de enfermería de 21 años, 1,70 de estatura y la más hermosa sonrisa que había visto habían provocado que mi mente se derrumbara. Ella hablaba sin parar de sus sueños, sus ojos brillaban con todo el fulgor de las estrellas mientras lo hacía, fue su pasión por vivir la característica que más me gustó de esa mujer. En aquel momento el destino estuvo totalmente a mi favor, no solamente porque estaba conociendo a la mujer con la que desde entonces sueño, sino porque el solo hecho de que nos vimos obligados a dejar nuestra conversación a medias dio paso a que ella me diera su número para seguir hablando. No tuve que pedírselo, gracias al cielo, de lo contrario esta coyuntura podría haber terminado en el desencuentro con la mujer que podría haber sido el amor de mi vida. Para ser claro, yo no habría encontrado el modo de continuar hablando con ella y todo el revoltijo podría haber terminado en una forma muy fácil, ¿Qué alivio verdad? Me hubiese ahorrado un gran malestar, pues no. En un principio maldije el momento, pero en el mejor sentido de la palabra, porque esa maldición es la que anhelaba que me acompañara por el resto de mis días ¿Quién dijo que enamorarse solo era bonito? ¡Es una maldición! Es la maldición más linda que puede ocurrir en la vida de una persona, y mi maldición que en este escrito nombré como “Ella” apenas empezaba, y no deseaba que todo terminase por el lado fácil.
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Revoltijo.
Romanceamor? desamor? es una locura intentar predecirlo, quizá la vida de verdad tenga un escrito preparado, un libro de amor que a partir de ese momento dejo de estar en blanco,un libro en el que solo el destino puede escribir sobre nosotros.