Algo dio a relucir, puesto que deseaba hacerle saber todo lo que provocó en mi en aquella tarde, decirle que su sonrisa y la finura de su rostro hacían lucir como un tartamudeo escrito a la mejor poesía, que preferiría observar sus ojos aunque fuera un segundo en vez de conocer el más bello paisaje que me brindara el planeta. Yo veía estrellas a su alrededor, quizás estas se perdieron por la cantidad de lunares que en su cuerpo se posaban, pero a mí qué me importa. Hubiese sido grosero de mi parte contarlos, sabiendo que su belleza doblaba en número la cantidad de estos pequeños y elegantes puntos que adornaban su figura.
Para mí las estrellas eran porque esa mujer se estaba volviendo el centro de mi universo y las más deslumbrantes constelaciones del firmamento sintieron que debían formar parte de aquel mundo, ese maravilloso mundo que lleva desde aquel entonces su nombre… Yo podría ser su Darcy, Jack Dawson, Christian Grey, Augustus Waters y cualquier tipo de héroe de la literatura romántica con solo el compromiso de que me tomara de la mano. Ese tipo de cosas se me ocurrieron decirle en ese momento, pero no, lo único que pude hacer ese día fue enviarle un texto que decía ,"¡Hola!, soy el chico del parque", y todo lo antes pensado fue solo un grito al vacío.

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Revoltijo.
Romanceamor? desamor? es una locura intentar predecirlo, quizá la vida de verdad tenga un escrito preparado, un libro de amor que a partir de ese momento dejo de estar en blanco,un libro en el que solo el destino puede escribir sobre nosotros.