el mensaje que no debia ser recibido

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Ahome se encontraba recargada en el pozo sagrado que la conduciría a su hogar, esperaba a sus amigos. O cuando menos a los que quedaban, había rehusado la sugerencia de la anciana Kaede al ofrecerse a llamar a Inuyasha por que temía no saber que hacer cuando estuviera sola con él. Por eso había decidido que lo mejor sería despedirse de todos de una buena vez y volver al sitio al que pertenecía. Se sentía tan deprimida que pensó que lo primero que haría al llegar a su casa sería echarse a llorar en los brazos de su madre, quien seguramente intentaría darle ánimos a pesar de no comprender lo que le ocurría.

Ahome volteó a ver el cielo.

Se preguntó si las nubes estarían igual de grises en la época actual, pues aunque solo eran unas cuantas cubriendo el sol, Ahome las veía como una cubierta oscura que velaba el cielo azul. En eso trataba de distraer sus pensamientos cuando escuchó pronunciar su nombre en la lejanía, volteó en la dirección en la que se escuchaba una voz llamándola y poco después pudo divisar al chico mitad bestia por quien hacía unos instantes había llorado.

-¡Ahome! –la llamó a gritos Inuyasha quien se aproximaba a toda velocidad

La sacerdotisa se levantó al verlo acercarse y cuando el estuvo jadeando ante ella, contuvo las lágrimas que se le querían desbordar de los ojos, ¿Por qué tenía que suscitarse justamente la circunstancia que había tratado de evitar?

-¿Es cierto lo que me ha dicho la anciana decrepita? –Preguntó Inuyasha con dificultad-, me la he topado de camino hacía acá y me dijo que iría por tus cosas y llamaría a los demás por que pretendías despedirte ¿Es cierto que pretendes irte tan pronto?

-Si… -respondió quedamente la joven sacerdotisa sin mirarlo directamente

-¿Pero por qué tienes que irte tan pronto? –le cuestionó Inuyasha sin comprender por qué tanta prisa, pero lo hizo con tal falta de tacto que casi fue brusco.

-Ya no tengo nada que hacer aquí –respondió tratando de contenerse, en especial después de la maleducada forma en la que Inuyasha le había hablado ¿Cómo era posible que la tratara como si nada ocurriera?-, he hecho lo que se suponía tenía que hacer, ya no tiene sentido esperar…

Inuyasha miró el rostro de la sacerdotisa, que lucía resuelto y hasta algo enfadado, así que pensó que ya no había más que hablar.

-Entiendo… -dijo sin más

Paro a Ahome no le pareció una respuesta apropiada pues se preguntó qué pretendía el tonto de Inuyasha con esa respuesta tan poco emotiva siendo que aquel momento debía ser memorable, definitivamente Inuyasha no debía conocer la palabra delicadeza ¡Mira que hablarle tan despreocupadamente en una circunstancia como aquella! (Aunque eso era exagerar por que en realidad él estaba muy serio; en cambio ella había imaginado toda una escena melodramática con todo y los ruiseñores cantando tras de ellos al tiempo que ambos lloraban amargamente) Naturalmente Ahome no pensaba pasar por alto esa falta de gallardía, así que en lugar de ponerse a llorar como ocurriera en su fantasía, decidió hacerle saber que ella no toleraría el uso de monosílabos en un momento como aquel, después de todo era ultima vez que se iban a ver y por lo menos esperaba algo de sensibilidad de su parte, por lo que hizo que repentinamente recobrara los ánimos de siempre e intercambiara la melancolía por la ira.

-¿Cómo que "entiendes"? –gritó aparentemente ofendida, aunque de tal forma que hasta resultaba cómica- ¿Así que eso es lo único que puedes decir en un momento como este?

-Yo no… Ahome… quise decir –balbuceó Inuyasha tratando de excusarse, aunque realmente no tenía esperanza de que lo dejara terminar

-¡No cabe duda que eres un insensible de lo peor!-continuó la joven hecha una furia-, la anciana Kaede tiene razón, eres de un incomprensivo…

"Complicado amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora