Capítulo 1 - Parte 1

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Nota: Voy a publicar los capítulos divididos en partes para facilitar su lectura. 


"La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido."

Lovecraft


David Crawford no quería regresar a Crossford. Llevaba medía vida intentando mantenerse lo más lejos de aquel lugar pero al final fuera el único lugar al que podía regresar. En aquel momento de su vida lo había perdido todo. La vieja casa de su madre y una pequeña pensión era todo lo que le quedaba tras el incidente en Irak, pensión a la que aún no tenía acceso.

Había perdido los últimos cinco años de su vida dentro de los muros de un hospital psiquiátrico, pero podían haber sido muchos más años dentro de los muros de una cárcel militar dado lo que ocurrió. En cierto modo había tenido suerte, la suerte de que el gobierno prefiriera culpar a la población local de lo ocurrido y no a uno de los soldados, víctima de lo que ellos catalogaron de estrés post traumático. El precio por aquel trato de favor había sido su silencio, no hablar sobre una noche que recordaba vaga, como un mal sueño, pero en el que sabía que la oscuridad que le había acompañado desde el bosque había vuelto a actuar. Aunque en esos cinco años habían intentado hacerle creer que "eso" estaba solo dentro de su cabeza, y por momentos casi lo consiguieron.

Pero en cuanto había dejado los muros del centro aquello había vuelto. Como si solo hubiera estado aletargado durante un tiempo esperando a que fuera libre para volver. Lo noto la primera noche de libertad, en la que aun en la ciudad no sabía que iba a hacer con su vida pero si tenía claro que tras cinco años lo único que quería era tomarse un par de pintas en un pub cualquiera y olvidarse al menos por un rato de todo lo demás. Era lo último que más o menos recordaba con nitidez... Lo demás era un borrón de una charla con la camarera y terminar amaneciendo en su casa. Recordaba fragmentos, siendo él y la vez no siendo él, como si en vez de estar viviendo las cosas las viera a través de una película. Sabía lo que ella quería escuchar, cuando debía sonreírle, y actuaba como un depredador, siendo lo que ella deseaba que fuera aquella moche. Cuando estaba piel con piel lo noto, dentro de él, bajo su piel, profanando su deseo, alimentándose de sus emociones, tomando el control... Su inconsciencia le llevo al bosque, a esa noche y a las que siguieron, a notar aquella presencia, negra, con un rostro inhumano profanarlo de una forma dolorosa y que a la vez deseaba, atrapado en una pesadilla de la que no podía despertar.

Algo muy parecido le había ocurrido en Irak, aunque aquella noche no fue sexo lo que reclamo la bestia.

Se marchó antes de que ella despertara y estuvo vagando por la ciudad hasta que decisión llamar al abogado de su madre. Alexander Todd era la única persona de Crossford que conocía lo ocurrido en Irak, él era quien se había encargado de arreglar aquel trato y quien llevaba los asuntos legales concernientes a su madre. Esta falleció poco después de que el fuera destinado al otro lado del mundo y no consiguió permiso ni siquiera para ir a su funeral. Después ocurrió aquello y su tarjeta olvidada en el bolsillo le pareció una tabla de salvación para quien estaba perdido en un océano de inquietud e inestabilidad. Con sus antecedentes el camino fácil que él había gestionado era su única alternativa a no acabar convertido en un vagabundo más.

-Señor Todd, soy David Crawford.

-Esperaba su llamada. Desde el hospital me llamaron para comunicarme su alta y hubiera mandado alguien a buscarle, aunque claro por lo que se ve tenía tantas ganas de salir que no espero a nadie.

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