Capitulo 1 Parte 3

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SaraHoward, ya no era conocida como Sara la Rara, la gente del pueblohabía tenido en consideración de dejar de llamarla de esa maneracuando empezó a regentar el bar de su madre. Supuso que valoraronque era mejor no meterse con la persona que les servía las cervezasy tras casi diez años de haber terminado el instituto era algo quetenía superado. Hasta se podía decirse que los había perdonado, almenos lo suficiente para no sentirse tentada de escupir les en labebidas cada vez que las servía.

Erauna joven de veintisiete años, amable, dulce y con la sonrisa masbonita del pueblo según algunos. No era alta ni curvilínea, perotenía una de esas sonrisas capaz de alegrarte el día. Tiene losojos color miel, de esos que miran mas allá de la mascara del rostroy terminan mirando directamente al alma de las personas, son grandesy forman parte del rostro dulce dividido por una nariz fina. Loslabios son carnosos y suele enmarcarlos en pintalabios de color rojopara animar el rostro de piel pálida. En esos momentos llevaba elpelo teñido de un rubio casi blanco, aunque su pelo había pasadopor todos los colores conocido, supongo que influía que su madreestuviera viviendo con Aisha, la dueña de la peluquería.

Vestíapara trabajar un jersey negro y ancho, vaqueros desgastados ydeportivas. En esos momentos daba gracias porque el último clientedel día se marchaba y podía empezar a recoger. El señor Mason eraviudo y siempre le costaba marcharse del bar, por mucha cerveza quebebiera la soledad no iba a desaparecer de su hogar. Era triste, perocuando ves el mismo rostro marchándose el último todos los díasterminas teniendo menos compasión por su historia, sobre todo cuandote quita horas de descanso.

Sumadre en la cocina terminaba de recoger, al ser el único Pub delpueblo hacían las veces también de restaurante y las cenas siempreeran fuertes. Al no haber competencia tenían la clientela asegurada.Su madre había comprado el local cuando era muy pequeña, tanto comopara no recordar al anterior dueño. Su llegada al pueblo habíasupuesto una gran polémica al ser una madre soltera, pero como eraamable y había tenido el arrojo como para enfrentar los comentariosse hizo respetar. De nuevo tener el poder de decidir a quien sirveslas cervezas era un buen sistema contra los comentarios y las burlas.

Carolineera más alta que su hija, a sus cincuenta y cinco seguía siendo lafantasía de parte de los hombres del pueblo. Voluptuosa y decarácter arrollador había tenido tras de ella en su momento a granparte de los galanes solteros, que se quedaron frustrados cuando ladestinataria de sus atenciones fue Aisha. El que llevara adelante surelación con una mujer fue uno de tantos escándalos que había dadodesde que llego y aunque nadie lo confesaba en voz alta algunosconsideraron que lo ocurrido con Sara había sido un castigo de Dios.Pero Aisha había estado a su lado incluso en el peor momento, cuandono sabía estar ni con ella misma, como también había estado conSara cuando ella volvió.

Compartíacon su hija los ojos y la forma de la boca, aunque su rostro teníalos pómulos mas marcados. Su cabello conservaba su castaño rojizoque empezaba a teñirse de canas pero que se negaba a teñir.

Enese momento terminaba el día de trabajo, apagando la luz de lacocina. Poniéndose después el abrigo sobre el sencillo vestidonegro que había elegido para trabajar.

-Mevoy cariño.-le dijo a su hija.-He dejado algo de cena para quecenéis tú y el señor Thorn.

-Nose si vendrá esta noche.-respondió Sara.-Pero gracias.

-Vienetodas las noches y no precisamente por mi forma de guisar.

-¡Mama!-Exclamoella protestando.

-Ovamos, se nota a la legua que bebe los vientos por ti y aunque me loniegues tu por él.-replico.-Te conozco lo suficiente para reconocerla mirada.

-Notengo la mirada...-dijo rodando los ojos ante el comentario.

-Loque tu digas cariño.-le dio un beso en la mejilla paradespedirse.-No te acuestes tarde.

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⏰ Última actualización: Apr 01, 2020 ⏰

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