XIV

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Sakura había decidido por ese día quedarse en la casa de Sasuke, lo menos que deseaba era ver la cara del hombre que le hizo recordar días tan tristes como los días en los que sus padres murieron. Aunque había una diferencia, esa vez ella se había desmayado por lo que no recordaba la manera en la que sus padres habían muerto, pero en ésta ocasion al estar atrapada en el Genjutsu, pudo presenciarlo con sus propios ojos. Jamás hubiera creído que ellos hayan muerto de aquella manera tan trágica.

—Te he traído algo. —Alguien entró a la habitación y ella se volteó a ver a la puerta. Sasuke se acercaba con una pequeña cajita y en su otra mano un tenedor. Cuando llegó a su lado, se sentó en la cama y le entregó la cajita, la que ella no tardo mucho en abrir, encontrándose con un trozo de pastel de fresa. — No sé muy bien como hacerte sentir mejor, así que le pedí ayuda a mi madre y ella me dió ésta opción... Espero que te guste.

—Sasuke-kun... —Ella no podía creer que él haya tenido éste detalle con ella. De lejos cualquiera imaginaria que no es de esos hombres atentos y preocupados, pero si lo era. Sakura le dedicó una sonrisa, asintiendo. —De verdad que te lo agradezco y disculpa por molestarte ésta noche.

—Jamás lo harás. —Él junto su frente con la de ella, cerrando sus ojos por ese momento. —Puedes quedarte todo el tiempo que quieras.

—Gracias... —Ella dejó la cajita con el pastel en la mesita de noche y luego se recostó en la cama con sus piernas semi abiertas. Sasuke desvió su mirada algo apenado por esa situación, dado que ella solo se encontraba con una playera de él y sus bragas, cosa que a ella le pareció muy divertido e inocente de su parte. —Ven aquí. —Le extendió sus brazos.

Él obedeció y se acercó más a ella con tal de poder acomodarse entre sus piernas, uniéndose en un abrazo. Sakura acariciaba y enredeba sus dedos en el cabello del Uchiha mientras que éste se relajaba sobre la anatomía de ella, descansado su cabeza en el pecho adverso. Sakura se sentía tan mal de no poder resolver sus problemas emocionales, que por culpa de eso quizá Sasuke, quien siempre se ha portado bien con ella, sufra. No podía permitir eso, no por lástima, sino porque sus sentimientos eran claros hasta la llegada de Madara, él la hizo confundirse, pero daba cualquier cosa a que solo es un capricho más y el amor que le tenía a Sasuke volvería a florecer. Seguramente cuando pasen años y recuerde todo lo que pasó, simplemente se reiría como si de un mal chiste se tratase.

Las manos frías de Sasuke recorrieron su cintura sacandola de sus pensamientos y provocándole un escalofrío que recorrió toda su espalda. Un ligero sonrojo se hizo presente en sus mejillas cuando sus manos subieron hasta sus senos los cuales gracias a él ya estaban desprotegidos de cualquier tela. Un gemido casi sale de sus boca de no ser que mordió su labio inferior por culpa de la boca del azabache, estaba lamiendo y succionando uno de sus pezones mientras que con una de sus manos presionaba el otro con delicadeza.

—Sa... Sasuke-kun... —Lo nombró entre jadeos mientras él se encargaba de quitarle la playera, dejándola solamente en bragas. Ella se apenó tanto que quizo cubrirse el rostro con la almohada, pero éste no se lo permitió. — Creo... Q-Que aún no me siento preparada...

—¿A qué le tienes miedo, Sakura? —Preguntó el mientras salía de entre sus piernas y se recostada a su lado. Él tenía curiosidad, últimamente ella se ha comportado muy extraña con él. —¿Acaso ya no me amas?

—No es eso... —Dijo ella tratando de apegarse al cuerpo de él para poder cubrirse un poco sus pechos. Él ante éste acto solamente se dedicó a abrazarla.

—¿Entonces...?

—Ha sido un largo y triste día, no me siento con muchos ánimos... —Trató de excusarse lo más bien que pudo, pero era inútil, era pésima mentirosa.

▲Eres mía▲ 🌸MadaSaku🌸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora