▲Eres mía▲ 🌸MadaSaku🌸

I

Eran las nueve menos quince de la mañana cuando la luz del sol entraba por la ventana de un dormitorio perteneciente a una pequeña pelirrosa de unos 14 años de edad, la cual comenzaba a despertar debido a la luz que caía en su rostro y el sonar de los pájaros en su ventana.

— Que molestos... —Balbuceó refiriéndose al cantar de las aves. Luchó contra el cansancio con el que quedó tras el entrenamiento de ayer con su equipo, había quedado hecha polvo y aún no se recuperaba por completo, lo peor, hoy debía ir nuevamente al campo de entrenamiento.— ¿Y si finjo estar enferma...? — Aquella idea duró poco en su cabeza, puesto que, de ser así y Madara se enterara que solo estaba fingiendo, se llevaría un horrible castigo. No se le apetecía lidiar con uno, dado que aún tenía marcada su espalda, ¿Qué si él la golpeaba? Claro que no, pero su último castigo fue lidiar con piedras calientes en su espalda mientras hacía cien lagartijas.

La oji jade simplemente suspiró resignada, levantándose de su cama, percatándose que esa noche no logró colocarse la pijama y durmió simplemente en ropa interior, no le importó. Tomó una toalla y así, semi desnuda, salió de su habitación en dirección al baño, ¿Preocuparse porque vive con un hombre? ¿Y mayor que ella? Claro que no, o por lo menos no a esas horas, por el simple hecho de que su Sensei nunca se encontraba por las mañanas en la casa.

Ella no se apresuró en darse un baño, aún le quedaba media hora para llegar al campo de entrenamiento en donde se encontraría con su equipo, formado por el chico del cual siempre estuvo enamorada, Sasuke Uchiha, su mejor amigo, Naruto Uzumaki y su otro Sensei de la academia, el ninja copia, Kakashi Hatake.

Luego de cinco minutos en la ducha, salió envuelta solamente en una toalla blanca y su cabello empapado, dejando el rastro de gotas de agua en el piso de madera. Llegó nuevamente a su habitación y finalmente decidió vestirse con su ropa ninja. Dio un largo suspiro mientras se colocaba su banda con el emblema de la villa en su cabeza y se miraba al espejo, tenia unas grandes bolsas oscuras bajo sus ojos, no había logrado dormir lo suficiente y eso era un problema si hoy entrenaba. Pero no quedaba otra opción que ir.

Salió de su casa y próximamente del Clan Uchiha, sí, ahí ha vivido desde que quedó a cargo de Madara, claramente fue aceptada, pero ella aún siendo pequeña, tuvo la suficiente conciencia de no aceptar el ser ingresada como parte del clan, ella quería seguir siendo una Haruno.

— ¡Sakura - chan! — Fue nombrada primeramente por el rubio apenas y logró verla a una distancia moderada del campo de entrenamiento, con él se encontraba el azabache, el menor de los portadores del sharingan. 

— Hey... — Dijo ella sin muchos ánimos al llegar al campo. El primero en darse cuenta de su cansancio fue el Uchiha, por lo que de inmediato fue con ella, preocupado.

— No te ves bien, ¿No descansaste? — La pelirrosa negó, sentándose en el cespet. — ¿Por qué no te quedaste en casa durmiendo?

— Madara me castigaría horrible por faltar a mi entrenamiento. — Admitió ella encogiéndose de hombros, bostezando.

— No creo que el tío Madara sea tan malo. — Comentó el oji azul acercándose a ellos, sentándose a un lado de su amiga. 

— Lo es. — Aclaró ella. — Es muy estricto en ese sentido de mi entrenamiento, no quiere que yo sea una inútil en un futuro, ni una molestia ni carga para mis compañeros de equipo.

— Que raro, él antes no era así, o por lo menos no contigo. — Pensó en voz alta el Uchiha sentándose al otro lado de su compañera de equipo.

— ¿Y Kakashi-Sensei?—  Preguntó ella mirando hacia todos lados del campo, esperando el lograr ver a su sensei en algún lado.

—No ha llegado, tarde como siempre. — Se encogió de hombros el azabache. — Podrías aprovechar de dormir a lo que él llega. — Ella asintió en un bostezo, el rubio le prestó su mochila y ella la usó de almohada, recostándose en el cespet con su cabeza en ella. No tardó mucho para que ella se quedara profundamente dormida con ambos chicos mirándola.