III

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Sakura caminaba de aquí para allá en la cocina, cocinando a toda prisa para lograr dejar la cena hecha para su Sensei e irse a la cama, si era sincera, el apetito se le había ido por completo tras tan “increible” noticia. Aunque aquella idea de irse a dormir temprano duró poco, cuando menos se lo esperaba escuchó la puerta de la entrada abrirse y cerrarse luego de unos segundos, «No creo poder soportar mirarle a la cara sin largarme a llorar antes...».

Un nudo se le había hecho en la garganta cuando oyó unos pasos acercarse, su corazón se le estaba acelerando a tal punto de casi salirse del pecho, no se imaginaba que otra cosa su Sensei le podrìa contar que le perjudicara emocionalmente, pero milagrosamente aquellas pisadas pasaron de largo la cocina, la oji jade estuvo a punto de dar un suspiro de alivio cuando escuchó que le hablaban.

—No prepares cena para los dos, me iré a dormir. —Le escuchó decir alzando un poco la voz.

—¿Eh? —Alcanzó decir antes de oir que en la segunda planta se cerraba una puerta. Sakura detuvo lo que estaba haciendo y por un momento se quedó parada frente a una encimera con el cuchillo en la mano y una zanahoria a medio cortar.

La peli rosa no tenía por qué cocinar para ella entonces. Apagó la cocina y guardó todas las cosas para usarlas en el desayuno mañana por la mañana antes de que su Sensei se fuera. Estaba aún triste por la noticia, pero no era justo que no se despidiera de él y no le hiciese un último desayuno hasta que pasen esos cuatro años.

Al ya tener todo limpio, apagó las luces y subió hasta la segunda planta, caminó por el largo pasillo hasta detenerse en una habitación, en el cual tenía el emblema Uchiha, se trataba del dormitorio de Madara. Su habitación quedaba a otras dos más allá, aunque sus pies se habian detenido allí, en esa puerta.

Miles de excusas pasaron por la cabeza de la chica, pero ninguna era lo suficientemente buena para poder ingresar en la habitación de él, por lo que se conformó con recargar su frente sobre la dura madera de la puerta, pensando en qué haría en todo el tiempo que su Sensei no estaría con ella...

Ella casi se desploma al momento que aquélla puerta se abrió, haciendo que Sakura cayera hacia adelante, caída que amortiguó una anatomía masculina. Abrió sus ojos de lo sorprendida que estaba, alzó su mirada y se encontró con esos ojos negros que tanto le gustaban de él, con los que la intimidaba en los entrenamientos y los que la ignoraban el resto del día. Éste la miraba sereno, no se le veía molesto pero la peli rosa no evitó el sonrojarse al darse cuenta que el mayor desde un principio sabía que ella estaba en la puerta.

—Y-Yo... Solo... —Estaba atrapada, no sabía que excusa poner ante tal acto que hizo, ahora simplemente se esperaba un regaño por parte de él.

—¿Quieres dormir conmigo ésta noche? —Sus mejillas se tornaron aún más rojas al oírle, ¿Acaso lo que estaba pasando era real? El Madara de ahora jamás se le habría ocurrido tal acto tan infantil, pero éste era el Madara que conocía de niña... Era su Madara... — ¿Sakura?

—¿Puedo...? —Ella quería asegurarse de que no fuese una broma o más bien una prueba, pero él simplemente asintió y se hizo a un lado para que ella pasara a la habitación.

Sakura dudó por un momento pero finalmente accedió e ingresó al dormitorio de su Sensei, era la primera vez que entraba en años, pero... Seguía igual. La cama, los muebles, la foto... «¡La foto!» Sin más demoras ella se acercó a la mesita de noche que se ubicaba al lado de la cama, sobre ella se encontraba una foto enmarcada en donde estaba su Sensei y ella, la foto se la habían tomado días después que la dejaron a cargo de Madara. Él tenía una sonrisa radiante mientras que ella, una sonrisa más bien timida al estar tomada en los brazos de una persona que casi no conocía.

—Aún la tienes... —Dijo casi en un susurro la oji jade, con sus ojos casi a reventar por las lágrimas que exigirán salir.

—Esa foto no se ha movido de ahí desde el día que me la entregaron. —Admitió él, yendo a recostarse nuevamente en la cama mirando la pared. — Solo déjala y ven a dormir.

—Aún es temprano. —Contestó dejando la foto en su lugar. Ella miró por un momento a su Sensei el cual estaba casi pegado a la pared, se le veía tranquilo. Se acercó a él y se sentó en la cama con su mirada ahora puesta en su regazo en donde tenía descansando sus manos.

—Debo partir temprano,por lo que de debería descansar lo suficiente. —Aclaró. — Quién sabe hasta cuándo no podré volver a hacerlo por estar concentrado en la misión.

—¿Por qué me pediste que durmiera contigo? —Le cuestionó dudosa, no era de él pedirle algo a la peli rosa y menos algo como ésto. Él no respondió, ¿Se habrá dormido? ¿O simplemente no quiere responder? Esas eran las preguntas que pasaban por su cabeza pero parecía que su Sensei no quería responderlas, ella solo sintió que lo estaba molestando. Ella sin querer a molestar más, se levantó de la cama con la intensión de retirarse e irse a su propia habitación, pero apenas y dió un paso fuera de la cama, sintió en cámara lenta que su cuerpo era atraído. Para cuando se percató de lo que pasaba, ella estaba siendo abrazada por su Sensei. —Ma... Mada... —La interrumpió.

—Te extrañaré demasiado, no puedo imaginar lo desesperado que me encontraré al estar ya infiltrado en Akatsuki sin tener noticias de ti... —Comenzó a decir con cierta tristesa en su tono de voz. La peli rosa había quedado en shock tras aquella muestra de afecto por parte de él. — Eres la razón por la que me despertaba en las mañanas... Y lo seguirás siendo, pero... —Hizo una pausa. — Debes prometerme que te cuidarás, te quiero en una sola pieza cuando vuelva en cuatro años, ¿Sí?

—Pero... —Ella se incorporó en la cama, quedando de rodillas y con las manos en el colchón mirando a su sensei. — Y-Yo... ¡No quiero que te vayas! —Le dijo al fin, desesperada con los ojos casi a reventar por las lágrimas. — Te necesito... No quiero estar sola...

—Tienes a tus amigos.

—¡No es lo mismo! —Le gritó. Sus ojos no aguantaron más y lágrimas recorrían sus rosadas mejillas.— No puedes... No puedes dejarme...

—No quiero, de verdad. —Confesó él, llevando una de sus manos a la mejilla de Sakura para poder limpiar sus lagrimas. — Son ordenes del Hokage... Por mi me quedaría aquí. Contigo.

—Madara... —Ella no aguantó más y tras un sollozo, se inclinó hasta que su rostro se ocultó en la anatomía de su Sensei. Sakura había comenzado a llorar desesperadamente sobre él.

Madara no tardó en abrazarla y hacer que ella se acurrucara entre sus brazos, pero aún así ella no paró de llorar. Éste no le dijo nada, guardó silencio puesto que la oji jade estaba en todo su derecho al desahogarse de aquella manera.

Ha pasado exactamente veinte minutos y las lágrimas habían parado, aunque los sollozos no cesaban, las palabras de ella le destrozaban... Sakura le pedía por favor que no se fuera, que se quedara con ella, que no la dejara sola, pero él sabía que no podía cumplirle tales cosas, quiera o no, él debía irse.

El sol comenzaba a entrar por la ventana de la habitación que habitaba la peli rosa, provocando que comenzase a despertar poco a poco, sentía sus ojos hinchados por todo lo que lloró la noche anterior y cuando recordó la razón, abrió sus ojos de golpe, incorporándose en la cama mirando hacia un lado de ella... No estaba. Se levantó rápidamente de la cama y comenzó a recorrer la casa entera, su sensei no se encontraba en ningún lado... Él definitivamente le había dejado sola.

▲Eres mía▲ 🌸MadaSaku🌸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora