El viajero del alba

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Alexandra asintió levemente, Caspian se aproximó hacia ella y se sentó a su lado, dejando un par de palmos entre ellos, tomó uno de los libros que había sobre la mesa y lo ojeó.

-Veo que te gustan los libros

-¿Creía que íbamos a retirar las formalidades? -sonrió la joven de medio lado, Caspian asintió con una mueca -Los libros me libran del aburrimiento de la vida, lo curioso es que ahora estoy viviendo aquello sobre lo que suelo leer, y mi primer impulso es leer igualmente sobre él

-Es un poco enrevesado, creo

La joven cubrió su boca para evitar la risa que le provocaba el rostro de Caspian, quien tenía las cejas curvas, la confusión en la mirada, y la mueca de la ausencia de entendimiento en la boca.

-Cuando estoy en mi mundo, lo que leo es pura imaginación, pero en esta tierra, es historia

Caspian observó el libro que Alexandra le mostraba, era de tapas rojas, con letras doradas en la portada, leyó lentamente "El regreso de los Reyes de Narnia".

-Aún no he podido leer demasiado -musitó la muchacha -pero tu nombre ya se ha mencionado un par de veces... si no fuera demasiada molestia... preferiría que me lo contases tú

El joven sonrió de medio lado, soltó el moño de su pelo para que se secase por el sol que entraba a través de la ventana, se recostó algo más atrás, en la pared, y comenzó a narrar la aventura en la que conoció a los primos de la joven. Alexandra le escuchaba con ojos atentos, reaccionando a cada palabra con fascinación, Caspian estaba acostumbrado a la atención por su puesto de rey, sin embargo, jamás se había sentido tan cálido. La puerta sonó, sacando a ambos jóvenes de la ensoñación, el hombre calvo, Rynelf, asomó por la puerta con cautela.

-Majestad...

-Oh, capitán, dejad que os presente como se debe -dijo Caspian poniéndose en pie -Este hombre es el capitán de mi barco, Lord Rynelf Drinian

Alexandra se puso en pie rápidamente y caminó hacia el hombre, ofreciéndole su mano, el capitán le miró algo sorprendido pero la estrechó, Caspian emitió una leve risita por la expresión del hombre. Caspian y Rynelf cuchichearon mientras Alexandra recogía los libros, parecía estar dándole alguna clase de indicación, pues el capitán sostenía un mapa en la mano, y no dejaba de señalar.

-Tus primos están fuera, tu hermano se niega a moverse de su camastro, ¿quieres ir?

-Por supuesto -dijo la joven apresuradamente -Sí, gracias

Caspian sostuvo la puerta para ella, dejándola pasar primera, Edmund estaba sentado sobre unos barriletes entorno al mástil, Lucy estaba por el contrario en el suelo, con las piernas cruzadas, hablando con el ratón Rípichip. Los niños alzaron la vista hacia la puerta, sonriendo cuando vieron salir a Alexandra mucho más lúcida, recompuesta, Lucy le ofreció sentarse a su lado, Edmund hizo lo mismo, pero prefirió permanecer de pie.

-Dinos, hermano -sonrió Edmund -¿Todo va bien?

-No supondrás que abandonaría el reino para lanzarme al mar si las cosas no anduviera bien, ¿no creerás? -sonrió el rey -La verdad es que no podría andar mejor, los problemas entre los diferentes habitantes terminaron, y los gigantes ya no se acercan a la frontera. Trumpkin es el regente mientras estoy fuera

-¡Trumpkin! Mi querido amigo -suspiró Lucy -No hay mejor persona para ello que él

Edmund se interesó entonces por el rumbo de la nave, pues debía ser algo muy trepidante si Caspian había abandonado el reino, y desde luego importante. Caspian se sentó en el barrilete al lado del joven y comenzó a aclarar la situación.

Finding a Queen (Encontrando una Reina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora