2. Pensamientos insanos.

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Klaus

Aceptar este empleo ha sido una de las locuras más grandes en mi vida, tener que mudarme a un pequeño pueblo para dar clases de Literatura en una preparatoria era lo menos que esperaba estar haciendo a los 28 años, bueno tampoco estar divorciado y distanciado de mi familia, pero creo que estar alejado de la ciudad fue lo mejor que pude hacer hasta ahora, la paga no es tan buena comparada con mi antiguo trabajo, aún así con el fideicomiso de mis padres podré vivir muy bien por algunos años, por lo que el dinero no es el problema, entonces ¿porqué siento mis ánimos por el suelo?

Después de presentarme con Alaric en su oficina mi humor ha mejorado, años atrás cuando ambos asistíamos a esta misma escuela nunca imaginamos que volveríamos para enseñar, pero aquí estábamos los dos solteros a punto de los 30 sintiéndonos unos fracasados al igual que en los tiempos de instituto. Una pequeña sonrisa nostálgica se escapa de mis labios mientras avanzo por los pasillos hasta el aula en la que impartiré clase este año, voy tan distraído en los recuerdos que termino tropezando con alguien, me golpeo mentalmente pues debo ser demasiado idiota para no haber visto a la persona frente a mí, rápidamente dirijo la vista hasta el suelo donde una cabellera rubia se agita dejando al descubierto a un precioso ángel, ella es tan hermosa que no puedo evitar mirarle embobado, luce verdaderamente avergonzada con un visible sonrojo mientras está sobre sus rodillas en el suelo y me es imposible detener algunos pensamientos para nada sanos que comienzan a revolotear en mi cabeza, desvío la mirada apenado al tiempo que refuerzo el agarre en el maletín que sostengo sintiendo como el cuero hace un sonido ante la presión que ejerzo «Vamos qué te sucede»

-¿Estás bien?- logro articular palabra volviendo a ver en su dirección sólo que esta vez ella luce totalmente molesta.

-¿Acaso eres estúpido?- sí estaba molesta, a tal punto que siento su enojo como una bofetada.

-¿Disculpa?- me siento algo ofendido, después de todo soy un profesor, pero aún así no puedo evitar recorrer su cuerpo con la mirada, piernas largas, cintura pequeña, ojos rabiosos de color azul y sólo eso necesita mi mente para enviar un claro mensaje, exactamente hacia mi entrepierna.

-Deberías fijarte por dónde vas cuatro ojos- muy bien al parecer ella no tenia idea de quien soy, puedo entender es mi primer día y ya estoy causando problemas.

-Lo siento- le digo en voz baja tratando de darle una mano y ayudarla a levantarse pero ella no lo necesita, en un segundo se pone de pie sacudiendo su falda corta del uniforme, «Oh claro que debía ser una estudiante », acomoda su cabello para finalmente fijar su mirada en mí y desearía que no lo hubiera hecho, ella parece comerme con sus bonitos ojos y lo peor de todo es que no me molesta en lo absoluto, « Es una estudiante, es una estudiante menor de edad, tranquilízate» me repito como un mantra, pero sigo siendo un hombre y la carne es mi mayor debilidad, sin esperarlo mis pensamientos son interrumpidos por un erótico sonido que parece salir de mis más perversas fantasías, sólo que son sus apetecibles labios los que han dejado salir un pequeño gemido, por instinto llevo mi maletín al frente tratando de ocultar la reacción que está teniendo mi cuerpo como respuesta.

-¿Estás bien?- en este momento quisiera golpear mi cabeza contra la pared más cercana, mi voz ha sonado tan grave y temblorosa que espero ella no lo tome a mal. ¿Cuándo ha comenzado a hacer tanto calor? Claro desde que comencé a fantasear con meter mi miembro dentro de una estudiante.

-Bueno, entonces después de ti- no podría soportar un minuto más cerca de ella por lo que decido huir mostrándole una pequeña sonrisa de disculpa, sólo que ella se giró precisamente hacia esa aula, esto debía ser mala suerte, inhaló y exhaló con lentitud tratando de normalizar mi respiración para finalmente avanzar detrás de ella y ¿porqué no? Mis ojos se centran en su trasero, en cómo su falda corta se mueve provocativamente al caminar, sacudo la mi cabeza sosteniendo aún el maletín frente a mí obligándome a pensar en las cosas más desagradables para lograr que cierto problema disminuya, no me es tan difícil y cuando llego hasta el escritorio puedo dejar mis cosas sin dejar al descubierto mi erección.

Bad DecisionsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora