Capítulo cuatro: parte uno.

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— ¿Y tú, dónde estabas? —preguntó el rubio riendo.

— Por ahí, por ahí —repitió Drew con una sonrisa de satisfacción en su rostro.

— ¿Por qué tan contento?

—Jamás se libran de mi, James… jamás —contestó sin borrar aquella sonrisa que llevaba casi con orgullo.

— ¿De qué hablas? —El rostro del rubio se volvió serio— ¿Qué hiciste?

—Esa chica no podrá salir del país sin que nos enteremos. ¿Pretendías que la dejara escapar con vida? No, James, no.

— ¡Te dije que ya maté a su amiga! ¡Déjala en paz, ya está, se acabó! —el rubio se alteró.

— ¿La estás tratando de ayudar? —Drew habló lento y con calma, mirándolo de la misma forma, pero su amigo solo bajó la mirada, algo nervioso— ¿James? ¿Estás tratando de salvarla? —el castaño se acercó a su amigo, esperando una respuesta.

—No… —el chico habló sin mirarlo— Sólo dejémosla… no sigamos.

—No la dejaré ir, ¿me oíste? Y más te vale que no la ayudes.

—Pero Drew…

— ¡Pero nada! ¡No me iré a la cárcel por culpa de una hija de puta a la cual yo mismo habré dejado escapar! —habló fuerte y en tono firme.

Por otro lado, ambas amigas preparaban sus maletas para intentar escapar de esa pesadilla en la que se habían metido. Con todo listo, se dirigieron al aeropuerto, pero todo se tornó extraño cuando lo último que vieron fue a unos tres o cuatro hombres acercándose a ellas mientras decían “son ellas”.

Despertaron en un auto, que acababa de detenerse. Los hombres las llevaron bruscamente hasta una casa.

—Aquí están —dijo uno de los hombres y las chicas vieron de inmediato a Drew y James.

—Miren lo que tenemos aquí… —dijo el castaño riendo con ironía, pero en sus ojos se podía apreciar la rabia que estaba sintiendo por su amigo— ¿Muerta, eh? —Agregó mirando a Brit y luego miró al rubio— ¡¿Qué mierda significa esto?! —Se alteró de inmediato sacando su pistola y apuntando a James— No sabes las ganas que tengo de matarte —habló un poco más calmado— Se supone que somos amigos… ¡Se supone que estamos juntos en esto, idiota! —Volvió a alterarse— ¿Las estás ayudando? —El chico no contestó— ¡Responde, hijo de puta!

—No, Drew —el rubio mintió descaradamente frente a los ojos de Brit, quien él mismo había estado ayudando— sólo quería que dejáramos de perder el tiempo con ellas —Drew negó con la cabeza y bajó la pistola— Ahora si que no escaparán —volvió la vista a las chicas— …pero no las mataré aquí. Pueden irse —habló a los hombres— ahora son trabajo nuestro.

— ¿Seguros? Quizás se les escapen de nuevo… —dijo uno burlándose.

— Ah, ¿te gustan las bromas? —Drew sacó su pistola y le apuntó.

—Lo siento —se disculpó de inmediato, asustado.

—Vete de aquí —ordenó aún apuntándolo con la pistola.

Luego subieron a la camioneta, para llevarlas a aquella casa en medio del bosque, en la que habían estado el día anterior. Pero en el camino Sophie comenzó a sentirse mal, le faltaba el aire y respiraba extraño, a causa de su asma.

— ¿Qué le pasa?  —preguntó James extrañado.

—Necesita su inhalador —reaccionó Brit— Sufre de asma, por favor, ayúdenla.

—Drew, tu inhalador… —dijo el rubio mirando a su amigo.

— ¡Por favor, ayúdenla! —la castaña comenzó a desesperarse al ver que su amiga empeoraba a cada segundo que pasaba.

— ¡Drew! —volvió a repetir James.

—Déjala, así muere sola y me facilita el trabajo —sonrió el chico. El rubio lo miró unos segundos, luego miró a ambas chicas y tras un suspiro buscó el inhalador de su amigo y lo entregó a la chica.

— ¿Qué haces? —Drew miró a James, apretando la mandíbula, y él lo ignoro. Ante esto, Drew quiso tomar su arma, pero James se le adelantó y lo apuntó.

— Sólo conduce —dijo en tono firme, el rubio.

¿Guardarías el secreto?Where stories live. Discover now