Capítulo cinco: parte uno.

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El viento afectaba todo el lugar, ella no podía moverse, estaba atrapada en el fuerte hechizo causado por sus nervios. Éstos la controlaban, no tenían fin, era un laberinto sin salida. Sentía como su piel ardía fuertemente. Ambas chicas sentían lo mismo, es como si existieran unas conexiones en ellas, podían lograr, por así decirlo, traspasar ese miedo la una a la otra. Ser mejores amigas no sólo implicaba tener una amistad por siempre, había algo más.

A lo lejos, las voces de ambos chicos se escuchaban. Sophie logró voltear como pudo, con cuidado, sin emitir algún sonido. Quedaron frente a frente, ambas hacían diferentes señas para comunicarse. Por lo que entendieron era que tenían que escapar, pero... ¿Cómo? La conversación entre los amigos comenzó a fluir y ellas no dudaron en enfocarse ante ello.

 — Quiero que sufran, James.

 Drew caminó de un lugar a otro por la habitación, las tablas rechinaban y el sonido de sus pasos acompañaban el ambiente. Se acercó a Sophie, de a poco, con cautela. Logró quedar a un nivel cercano a su rostro y arrastró el cuchillo que tenía sobre el pequeño y delicado rostro de ella. Claramente, no se inmutó a moverse, aun trataba de hacerse la dormida, para que nada, ni nadie le hiciera algo.

 — La quiero a ella. Que sufra, disfrutar verla retorcerse ante mis manos.

 Aquella aclaración logró que dentro del estómago de James un extraño sentimiento le inundara. ¿Será la culpa? ¿El miedo? ¿Está cambiando por su amigo o por la castaña que está a sólo metros de él? No sabía que hacer, se notaba en sus ojos. Por una parte, quiso acercarse a él y salvarlas, pero no podía. Suspiró para sus adentros y al querer hacer un pequeño movimiento, su amigo fijó su vista en él.

 —Te encargarás de ella —apuntó hacía la castaña— Quiero ver cómo la harás sufrir. Llévala a la habitación, ya sabes cual.

Su sonrisa siniestra abarcó toda la cobertura de sus labios. James, por su lado, estaba petrificado. Era el mafioso más temido de Venecia, pero ahora, era un jodido hombre débil ante el encanto de una mujer. Hizo caso a James, llevándose a la castaña. Antes de que fuera tomada en sus brazos, pudo notar cómo ambas chicas se deseaban suerte silenciosamente y cómo las dos lloraban en completo silencio. Caminó a pasos cuidadosos a una de las habitaciones al final del pasillo. Para ser exactos, la número 5. ¿Por qué ese número? Cinco muertes hubieron en esa habitación, y sólo causadas por un hombre. Él. James.

Abrió rápidamente la puerta, y al soltar una mano, notó como el cuerpo de la castaña se desasía en sus brazos. Temblaba, no de frío, de inseguridad. Sabía lo que debía hacer. Él era catalogado como "Muerte Silenciosa" ninguna de sus víctimas sentía dolor alguno al ser torturadas, tenía una especialidad que causaba un cierto adormecimiento en la piel de las personas. Obviamente, administraba un químico preparado por ellos. Dejó su suave cuerpo contra la oxidada cama, con manchas de sangre, de quizás cuánto tiempo. Ella, aun seguía amarrada como antes. Se quedó frente a su cuerpo, la contemplaba de pies a cabeza y todavía se seguía preguntando qué tenía ella que lo hacía sentir tan débil.

 Por otro lado, Drew aun tenía en su mente saciar la necesidad de querer quemar, romper o mejor dicho, lastimar algo. Veía a la pelirroja a cada segundo, mientras ella se encontraba en un rincón, en posición fetal, llorando sin parar. Él, lo disfrutaba. Le gustaba hacer sentir débiles a sus víctimas, ella, no sería la excepción.

 — Ya veré que haré contigo, primero, acabaremos con tu puta amiga. —comentó con un tono excesivamente brusco. La reacción de ella no fue la que esperaba, le escupió— No te vengas a hacer la muchachita fuerte ¿Me escuchaste? Verás sufrir a tu amiga, y luego, vienes tú.

 Tomó sin piedad los cabellos de ella, empujándola directo al suelo. Gritó hasta quedarse sin voz, había sido arrastrada por aquel camino que recorrió la castaña. Cuando la adentró a la habitación, dejó fuertemente su cuerpo pegado contra la pared. Volvió a tomarla por donde mismo habían estado sus dedos antes, levantando así su rostro, para que le mirara fijamente. 

 — Ahora, sufrirás, un poco.

 James tomó uno de los cuchillos que estaban a su costado. Tenía una sonrisa maliciosa. ¿Qué le estaba ocurriendo? Hace un rato quería detener esto, pero ahora... Sólo su mente mencionaba querer matarla. Arrastró el objeto desde su pierna hasta el inicio de sus caderas, rajando todos los jeans desgastados. Los tiró con fuerza, para así lanzarlos lejos.  Apretó un poco el afilado cuchillo contra su pierna derecha, causando una leve, pero pequeña herida es su muslo. La castaña se retorcía del dolor, y su amiga, temblorosa, gritando fuertemente que esto acabara. La reacción de Drew fue pegar contra sus costillas. Ambas estaban en el fin de su vida. O eso pensaban.

¿Guardarías el secreto?Where stories live. Discover now