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Abril de 2017

De un portazo, Jimin salió del bloque de apartamentos. La noche era oscura y fría, y, a esas horas, la calle estaba desierta casi en su totalidad. Sus piernas, bien trabajadas por las horas de ejercicio, quisieron correr, pero se sentía tan débil que no se vio capaz de ir más rápido, así que se tuvo que conformar con andar apresuradamente.

Le dolía el pecho, su corazón estaba frenético, bombeando sangre para combatir la ansiedad. Sus ojos estaban aguados, por lo que el chico se pasó la mano bruscamente por la cara, impidiendo así que las lágrimas cayesen. Sorbió por la nariz mientras le daba vueltas a la cabeza, aunque todavía no había descubierto por qué lo hacía, si la conclusión era la de siempre; no era más que un estúpido por esperar un resultado distinto ante la misma situación.

Estaba seguro de que jamás olvidaría la escena que acababa de presenciar. Los cabellos rubios de esa desconocida esparcidos por las sábanas de la cama de Yoongi, y él detrás de ella, montándola como un animal, poseyéndola. No tenía sentido. Hacía mucho que nada tenía sentido cuando se trataba de él.

Jimin soltó un alarido que se hizo eco en medio de aquella solitaria calle de murales grafiteados. Era una necesidad, una acción que le urgía para quitarse la desagradable sensación de atragantamiento. Se detuvo y apoyó las manos sobre sus rodillas, teniendo que flexionar las piernas para ello. Lo único que quiso en ese momento fue morirse por ser tan iluso. Era patético e ingenuo. Sabía que seguir adelante con Yoongi no sería un camino de rosas, pero no se esperaba esa clase de comportamientos irrespetuosos de su parte. Probablemente le había sobreestimado.

— ¡Jimin!

El nombrado alzó la cabeza, pero no para mirar hacia atrás, sino para calcular el camino que le quedaba por recorrer. ¿Cuántos metros tendría que hacer hasta despistar a aquel cretino? No lo pensó demasiado y avanzó, rápido y a paso firme.

Los gritos continuaban, pero Jimin huía de ellos aumentando su ritmo, y funcionó hasta que una mano consiguió agarrarle de su apreciada chaqueta de cuero color azul, arrugándola. El pelirrojo se sintió súbitamente molesto y profundamente incordiado, por lo que respondió con una evasiva hostil; apartó aquella mano alzando el brazo con brusquedad. Yoongi se vio desconcertado por su reacción —pues era poco propia de él—, pero no se amedrantó por mucho tiempo. Volvió a la carga, esta vez empujándole contra la pared de ladrillo cubierta de diferentes colores gracias a los jóvenes artistas callejeros del barrio.

La espalda de Jimin crujió, pero aquello no fue suficiente para detenerle. No quería verle la cara, y muchos menos ansiaba hablar con él. Sabía que ninguno de los dos sería capaz de responder por sus actos en un estado tan susceptible como en el que se encontraban, por eso no se demoró ni un segundo en intentar escapar. Sin embargo, Yoongi insistió y lo tomó de los hombros, volviendo a pegarle contra la pared.

— ¡Déjame en paz de una vez, Yoongi! —gritó el pobre chico, desesperado, mientras sus uñas se clavaban en las muñecas del pelinegro para que le soltase.

— ¡No te me pongas así, niñato, no tienes ningún derecho! ¿¡Me oyes!? ¡No lo tienes!

— ¡No quiero saber nada de ti, vete a la mierda!

Jimin se negaba a abrir los ojos. Cuanto más lo zarandeaba, más apretaba sus párpados mientras suplicaba internamente que todo acabase pronto. Quería estar en casa, arropado y leyendo su libro preferido; o con Jungkook jugando a su PlayStation. Deseaba estar en cualquier sitio menos allí, compartiendo aire con Min Yoongi.

De un momento a otro, la fuerza del mayor lo separó de la pared y lo tiró al suelo. A pesar de que el rapero no parecía gran cosa a simple vista, escondía un empuje asombroso. A Jimin no le importaba si le pegaba una paliza allí mismo. A fin de cuentas, nada le dolería tanto como lo hacía en ese momento su pecho. Intentó reincorporarse como pudo, pero solo alcanzó a sentarse, buscando el soporte de la pared para descansar su espalda afectada. Se abrazó las piernas y lloró con la cabeza gacha durante un buen rato, asumiendo que no podría irse hasta que Yoongi diese la pelea por terminada. El moreno lo miraba estoico.

•Demons• II yoonmin! ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora