M (II)

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Pasar tiempo con Vika había sido refrescante. Por primera vez en mucho tiempo, se sentía menos pesado, con una sensación mayor de alivio, como si un globo en su interior se hubiese desinflado, dejando de oprimirle. Cierto era que la angustia no había desaparecido del todo, pero era normal, dado que todavía era demasiado pronto, y lo más sensato era dejar que el tiempo curase las heridas. Vika había conseguido limpiar unas cuantas, o, al menos, hacer más soportable el tenerlas.

Después de pasar toda la tarde juntos, se despidieron al ver que el sol se ponía. Su amiga tenía un par de cosas pendientes por hacer, pero, aun así, le dijo que si necesitaba cualquier cosa, podía llamarla. Jimin asintió con una laxa sonrisa, sabiendo en el fondo que no iba a hacerlo, porque ya la había molestado suficiente por un día.

Tomaron caminos distintos.

El chico descendía por una calle cuando vio a un hombre salir de un local a su izquierda. Se fijó en la bolsa que llevaba en una de sus manos, cargada de comida. Sus ojos se deslizaron entonces hacia el sitio del que había salido, reparando en el letrero de escritura dorada, bordeado con adornos al más puro estilo oriental. Era un restaurante chino.

Jimin se paró de pronto frente a la puerta, preguntándose si tendrían baijiu o algún otro licor lo suficientemente fuerte para actuar como inhibidor de sus deseos más profundos y lóbregos. Le pareció buena idea porque, a pesar de estar cansado, todavía no quería volver a casa. Además, le quedaba un poco de tiempo antes de que su madre le llamase para preguntarle si pensaba ir a cenar. Sin pensárselo mucho más, entró.

Allí dentro hacía mucho más calor que en el exterior, por eso se deshizo de su bufanda y abrió la cremallera de su chaqueta. Tímidamente, se acercó a la barra del restaurante, donde había un par de personas más comiendo y bebiendo. Mientras se acercaba, se dio cuenta de que, en los distintos estantes que había tras el mostrador, había filas enteras de botellas de vidrio que albergaban líquidos de múltiples colores en su interior. Parecía que iba a tener más suerte de la esperada.

No recordaba cuándo fue la última vez que tomó algo fuerte, pero le invadieron unas ganas desbordantes de probar de nuevo el sabor amargo y ardiente del alcohol, embriagarse con la sensación de que le quemaba la garganta, y luego ahogarse entre sus propios delirios. Tomó asiento, y no pasaron ni dos minutos antes de que un hombre se acercase a él para servirle. Con voz queda, Jimin le preguntó si tenían baijiu, a lo que el camarero le respondió afirmativamente. Un incoloro vaso de chupito hizo un ruido seco cuando fue puesto contra la madera enérgicamente, y Jimin se quedó hipnotizado observando cómo el licor era vertido en su interior. Parecía agua. No, era incluso más cristalino y limpio que el agua. Jimin lo tomó con una de sus pequeñas manos y se lo llevó a la punta de la nariz, dejándose llevar por un olor que acuchilló sus conductos.

Lo ansiaba. Quería dejar de pensar, pasar página, ser feliz aunque fuese por cinco minutos. Vika había hecho un gran trabajo distrayéndole, pero ahora se volvía a sentir solo. ¿Tal vez debía llamarla?

No, se respondió de inmediato a sí mismo, está ocupada. Te ha dicho eso para que te sintieras mejor, Jimin, pero no debes hacerlo, no tienes que molestarla.

Asintió con la cabeza en un acto reflejo, olvidándose por un momento que estaba hablando consigo mismo y que nadie le acompañaba. Se relamió los labios y acercó el vasito a estos, echando a continuación la cabeza hacia atrás para que el líquido transparente se infiltrase por su boca, garganta y estómago.

Fue como un chute de alivio directo en su sistema, una mezcla de escozor y regocijo que explotó desde el momento en el que entró en contacto con su lengua. El pelirrojo dejó escapar un suspiro de complacencia, sintiendo en su cavidad bucal una especie de relente generoso, tan refrescante como beber de un oasis en medio de un desierto. El regusto a alcohol le hizo sentirse como nuevo, y le hizo querer más, probar otro sorbo de aquella sustancia. Alzó la mano y le pidió al camarero un chupito más. Y luego cayó otro. Y otro.

•Demons• II yoonmin! ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora