N (II)

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20 de octubre

— Me cago en sus muertos.

Jimin agachó la cabeza al instante, como si las palabras de Jungkook fueran un saco lleno de hormigón aterrizando sobre su nuca. Vika, sentada en el sofá al lado del muchacho, se percató de ello y decidió tomar la palabra.

—Jungkook, cálmate.

—¿Que me calme? —El moreno se giró hacia ella, dejando de resoplar y de deambular por la estancia con las manos echadas al cuello. Había una vibra intimidante en sus ojos, pero Vika no dudó en combatirla con su mirada, la cual poseía un color similar a la avellana oscura— ¿Has escuchado lo que ha dicho?

—Sí, lo sé —afirmó, asintiendo. Llevando una mano a la espalda de Jimin, continuó—. Pero eso ya se acabó. Yoongi no volverá a acercarse a Jimin.

—Desde luego que no lo hará —gruñó el chico en respuesta, apartándose bruscamente el largo flequillo que le tapaba prácticamente los ojos—. Si vuelvo a verle por aquí cerca, no respondo de mis actos. Le patearé el puto culo y lo devolveré a Daegu —Jungkook remarcó su promesa apuntando a Vika con su índice, a pesar de que ella no era su objetivo.

—Por favor, Kookie... —La voz del más mayor de los tres sonó insegura en medio del ambiente inundado por la tensión— No le hagas nada. Déjale en paz.

Las cejas de Jungkook se fruncieron, no dando crédito a lo que su pareja le estaba pidiendo. ¿Por qué? ¿Por qué después de todo seguía cubriéndole las espaldas a ese cabrón?

—Que le deje... —murmuró mientras se humedecía los labios, incrédulo. Justo a continuación, soltó una carcajada escéptica e insulsa— Joder, Jimin... ¿Te estás oyendo? Ese puto gilipollas te ha puesto la mano encima, y estaba abusando de ti desde el principio. ¿Cómo no has podido decírmelo antes?

No sonó como un reproche. En su tono se distinguía preocupación y aflicción, angustia y consternación. Vika pensó que, probablemente y al igual que ella, se sentía responsable de lo que había ocurrido.

—Jungkook, por favor, para... —le pidió la muchacha al ver cómo sus palabras afectaban al pelirrojo. Su novio la miró, con ojos vagamente cristalinos y expresión abatida. Vika quiso ir hacia él para darle un abrazo que pudiera reconfortarle, porque eso era precisamente lo que parecía necesitar; alguien que le ayudase a borrar de raíz los remordimientos— A todos nos da rabia esta situación, pero ponernos así no cambiará nada. Lo hecho, hecho está, y ahora solo nos queda seguir hacia adelante.

Kook apretó los labios para contener su frustración, pero también para no dejarse llevar por faceta más susceptible. No era débil, de hecho, Jungkook podía presumir de ser un chico muy maduro para su edad, pero había ciertas situaciones en la vida que podían superarle, y una de ellas era que hiciesen daño a las personas que amaba.

Desgraciadamente, la víctima se trataba de Jimin. Su pequeño y dulce Jimin, que seguiría siendo así para él por el resto de su vida aunque le sacase dos años de diferencia.

Jungkook sabía que no era ningún héroe, tampoco pretendía convertirse en uno, y aun así sintió el imperioso deseo de salvarle y protegerle de todo mal en el mundo. Sinceramente, le daba igual cuántas veces tuviese que rasparse las rodillas mientras se labraba una experiencia vital; le daba igual ser el blanco de los insultos y las mofas; que lo ridiculizasen. Le importaba una soberana mierda lo que pudiese ocurrir siempre y cuando las consecuencias recayesen única y exclusivamente sobre él.

Porque estaría bien, lo superaría.

Pero no era capaz de perdonar fácilmente a aquellos que se atreviesen a tocar a su familia, a Vika o a Jimin. Ellos eran su todo, y nadie tenía el derecho de ponerles siquiera un dedo encima.

•Demons• II yoonmin! ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora