Adolescencia.
El rosado se marchitaba.
Ya no era ese tierno e inocente color que había despertado, poniendo todo patas para arriba en cuanto paso daba.
Y esto el azul lo noto.
¿Qué era eso que sentia al verlo tan vacio? ¿Culpa? ¿Arrepentimiento?
¿Por qué le dolía el pecho al verlo llorar?
¿Por qué lo quería abrazar?
Tantas preguntas surgían en su mente. Y no se dio cuenta cuando sus pies comenzaron a llevarlo hasta esa maltratada jaula.
El corazón parecía controlar el cuerpo.
Al tenerlo tan cerca lo vio, vio la hermosura que este radiaba pese a el estado en el que se encontraba.
Y le fue imposible impedir ese salto que dio su corazón cuando ambos ojos chocaron.
Paralizado quedo. Asustado, el otro lloro.
Por miedo a que lo lastimara nuevamente.
El azul se alejó, dolido por la reacción, aún sabiendo que merecida la tenía.
Se negó a sentir algo por el rosado, porque -según él- no era real ni bueno.
Y así paso la adolescencia, una etapa increible para algunos, la peor etapa para estos colores y para el cuerpo de la triste niña que habitaban.
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A&R
Short StoryEl rosa calla, el azul vive. Como una parte de mi alma que es cautiva y la otra libre.