Llevaban casi dos años de casados. La pareja lucia feliz a pesar de todo, la peleas, los celos, los malos entendidos. No importara cual fuera el problema siempre lo resolvían a su manera y con ello me refiero a pelear, tener la razón cada quien y terminar en la cama.
Así funcionaba el matrimonio de Keith y Lance. Sus amigos siempre tenían que retirarse cuando estos dos empezaban a pelear pues aparte de sentirse incómodos bien sabían que no importaría donde estaban, terminarían por romper todo a su paso y luego reconciliarse de una manera carnal donde fuera.
Como el sol y la luna; tan diferentes pero ambos se necesitaban.
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-¡Termina de una vez con esto McClain! ¿Que insinuas, eh? ¡¿Que te soy infiel con Lotor?!-
-¡Yo no insinuó nada, Ko-ga-ne! Solo juzgo por lo que veo y tu... Tu estabas...- toco el pecho de su esposo con su dedo varias veces culpándolo de todo.
-¿Yo estaba? ¡Yo estaba ayudándolo a terminar su turno, trabajamos en el mismo lugar!-
-Ah vaya, saliste muy coperadoe cuando en casa siempre te estás quejando de hacer las cosas. Desde que Lotor llegó a trabajar contigo, pasas más horas de lo común...-
Lance daba vueltas en círculos. Ni siquiera puso atención cuando comenzó a jalarse el cabello en forma de frustración, un nudo en el estómago le provocaba ganas de vomitar.
Keith respiro profundo –Lance por favor, mirame. No seria capaz de hacer semejante cosa, yo te amo– tomo la mano de su esposo entre la suya para tratar de persuadir su visión nublada por los celos.
–Eso no decias cuando se la estabas mamando a Lotor– acto seguido, Keith solto su mano directo a la mejilla del castaño con odio y asco.
La habitación quedo en silencio. Ambos chicos se encontraban separados, no por una distancia suficiente si no por sus corazones.
–Este es el momento donde pides disculpas–Dijo Lance seguido de una mirada de odio.
–Este es el momento donde te pido que te largues.–
No hay mucho que decir después de aquella fatídica discusión; su matrimonio no logró arreglarse esa vez, no hubo objetos rotos ni sexo que lograra calmar el dolor de cada uno.