Tras chocarme contra la molesta japonesa, Yuki creo que se llamaba, continúo con mi camino esperando no encontrarme con nadie más. Subo el volumen de la música y Arctic Monkeys empieza a retumbar en mi cabeza, evadiéndome de todo lo que ocurre a mi alrededor, hasta llegar a un garaje.
Amo la música desde que nací y desde hace unos años mantengo una banda con unos amigos, con la que de vez en cuando vamos a bolos y tocamos en un bar metalero versiones de Maiden Roses o Black Sabbath. No somos nada muy profesional o conocido, pero mantenemos el sueño de serlo algún día y que nos conozcan.
—¡Lara, amooor!
Una sombra conocida y más bajita que yo se acerca a mí rápidamente, toda vestida de negro con el pelo emo y corto por el cual siempre nos burlamos. La sombra me da un abrazo y le revuelvo el pelo.
—Hola, pequeñajo.
—¡No soy pequeño, solo un poco bajito, jope!
—Y gritón —me río—, y adorable.
—Qué bulin...Se ríe conmigo y se aleja un poco para que pueda saludar al resto de la banda. El enano, Aike, lleva siendo mi mejor amigo desde hace años, y siempre hemos estado juntos. Es como un gatito negro quejumbroso y alegre, bromista y sensible. Siempre hemos pegado muy poco, pero nos lo pasamos tan bien juntos a lo mejor gracias a ello.
Ari y Natt, los otros dos miembros presentes de la banda, me saludan y, un rato después de hablar, buscar partituras y adinar instrumentos, nos ponemos manos a la obra. El miembro faltante, David, siempre ocupado comiendo y durmiendo, sin contar el tiempo que pasa mirando las musarañas, no contesta al movil, así que suponemos que se ha quedado dormido y empezamos a tocar.
Yo toco la guitarra y canto y Aike toma posesión de la batería. Ari empieza a cantar acompañada de su bajo, más antiguo que todo lo que haya en este garaje, pero que nunca pierde afinación y siempre acompaña la hermosa voz de su dueña. Mientras, Natt coge la guitarra principal y, aún sin el vago de David la música empieza a fluir y recorrer nuestras almas.
Empezamos suave, pero con una canción rompedora. Los primeros acordes de Pretend We're Dead suenan cada vez más coordinados, y para cuando las notas finales llegan, nos hemos motivado tanto que estamos completamente sudados. Continuamos con más y más canciones repetidamente hasta acabar con todo el repertorio, sin hablar de otra cosa que no tenga que ver con música, evadiéndonos cada uno de sus propios problemas.
Al volver, más tranquila y relajada, veo por el rabillo del ojo cómo unas chicas me persiguen. Me giro y con paso amenazante me acerco hacia donde están, por lo que corren. Una de ellas tímidamente me da su número de teléfono y sonrío: ya tengo planes para esta noche.
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Hate
RandomHace mucho leí una leyenda que trataba sobre dos personas que estaban destinadas a unirse. Según esa leyenda, las personas tenemos una segunda mitad, y una especie de lazo rojo nos guía hasta ella. Pero, ¿es realmente así? ¿Realmente conocemos a nue...