Capítulo veintidos

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  Narra Pato

  Llegué a casa de Eva. Estaba en frente de la puerta. No me animaba a tocar. Luego de unos minutos decidiendo qué hacer, junté coraje y toqué tres veces.

  Me abrió. Tenía los ojos rojos e hinchados. Su delineador estaba corrido.

  - Hol...
  - ¿Por qué lo hiciste? -preguntó mirando hacia abajo.
  - ¡Papi! -pareció Feli corriendo detrás. Lo alcé en mis brazos y besé su cabeza. Me resultaba raro el hecho de que no lo hayan venido a buscar. De igual manera, verlo me hacía sentir muy bien.
  - Hola, Campeón...
  - Hijo, ¿nos podes dejar a tu padre y a mi hablar?
  - ¡Pero, ma!
  - ¡Por favor, Felipe! -dijo levantando el tono de su voz. Él sin decir palabra alguna entró a la casa nuevamente. Cerró la puerta de la casa haciendo que los dos quedemos fuera de la misma. - Yo confiaba en vos, Patricio. ¿¡Por qué!? ¡Sí, sé que fue sólo un beso, como me vas a decir, pero para mi significa mucho más que sólo un maldito beso! ¡Una familia teníamos! -de sus ojos brotaban lágrimas de tristeza.
  - ¿Teníamos?
  - No está en mis planes volver a reconciliarme con vos -dijo de brazos cruzados.
  - ¿Quién te lo contó?
  - ¡Eso no importa ahora! Lo que importa es que te cagaste en lo que teníamos, Patricio.
  - Lo lamento, ¿sí? Mis impulsos me llevaron a hacerlo, no sé si algún día pueda llegar a formar una familia estable. ¡Perdón! -dije eso y ella me miró confundida. Le había dolido lo que dije. - Yo te amo, los amo a los dos. Son lo que tengo en mi vida.
  - No trates de arreglar más nada, se nota que no sos ese tipo de persona. Y lo respeto eh. No trato de cambiarte. Nunca trataré. Lo único que te pido, no vuelvas a acercarte a Felipe.
  - ¿¡Qué!? ¿Estás loca? ¿Cómo se te ocurre prohibirme ver a mi hijo, Eva? No podes, me necesita, lo necesito. ¡No podes hacerme esto!
  - Por este tiempo no se van a ver. No me trates de convencer, Patricio. Ahora sí estás libre, ¡ahora sí podes hacer la vida que venías llevando! No te molestamos más, estás libre. De hecho, creo que fue una muy mala decisión decirte que Felipe es tu hijo. Andate, no te quiero volver a ver -dijo mirando a otro lado. Me rompió el corazon escuchar todo eso salir de sus labios. Sin más qué decir, di media vuelta y llorando fui nuevamente hasta mi auto.

  Narra Eva

  Luego de haber discutido y fuerte con Patricio, me quedé ahí fuera de mi casa. Minutos después, aparecieron Dai y Guido. No quería que me vieran en este estado, pero no podía hacer nada. Apenas vi a Dai, ella vino hasta mi y me abrazó fuerte. No me pude resistir y lágrimas cayeron.

  - ¿Qué pasó, amiga?
  - Prefiero contarte después, Dai. Ahora viene Feli.
  - ¡Buenas, buenas! ¿Hey, qué pasó? -Dai le hizo una seña como para que dejara de hablar. Entré a mi casa y lo llamé a Feli, como no venía me preocuoé y fui hasta su habitación. Allí lo encontré llorando.
  - Hijo, ¿qué sucede? -no dejaba que lo mirara. - Feli...
  - Me retaste, mami.
  - Hay, hijo... perdón, no quería tratarte mal. ¿Me perdonas? -se dio vuelta y con sus manitos se secó sus lágrimas.
  - Ti, mami, te pedono.
  - Te amo, mi vida -dije abrazándolo. - Llegaron la tía Dai y el tío Guido, vas a ir a pasear con ellos. ¿Te preparas?
  - Ti, ma -dijo y se levantó. Lo preparé poniendo algunas de sus cosas en su mochila, lo cambié de ropa, le puse perfume y salimos para donde estaban los chicos. Al verlos, él se fue a los brazos de Guido. Este sonrió y lo tomó en sus brazos. Entre ellos dos había una conexión especial.
  - Perdón por tardar, lo estaba preparando.
  - Está bien, Eva -dijo Guido. - ¿Vamos? -preguntó esta vez en dirección a Feli. Él asintió sonriente como siempre. Segundos después, se estaban subiendo al auto, arrancaron y se fueron. Y me dejaron con esta angustia tremenda.

  Narra Guido

  - Eva se enteró -solté de repente.
  - Pienso lo mismo.
  - ¿No le contaste?
  - Obvio que no, Guido. Fue otra persona seguramente.
  - El tema es quién.
  - ¿De quen haban? -preguntó Feli.
  - Nada, Feli. Cosas de grandes -dijo Dai dándose media vuelta para hablar con él. - ¿Vamos a la plaza, hermoso? -le preguntó.
  - ¡Ti, paza! -dijo festejando y aplaudiendo. Amaba verlo feliz a mi sobrino.

  Cinco minutos después, habíamos llegado a la plaza. Él apenas vio las hamacas y toboganes, fue hasta allá.

  - ¡Vení, tío Guido! -gritó con felicidad. Fui hasta allá. - ¿Me hamacás? -preguntó.
  - Sí, mi vida -dije. Lo subí a la hamaca y lo empujé suavemente. - Tenete fuerte -dije sonriendo. Él reía, disfrutaba. Di media vuelta para ver donde estaba Dai. La vi sentada en un banco mirándonos. Me sonrió y tiró un beso. Yo le guiñé un ojo y seguí hamacando a mi sobrino. - Estaría lindo ser padres, ¿no? -le dije a Dai mirándola. Feli estaba jugando con unos amiguitos nuevos y yo estaba sentado a su lado, tomando un mate.
  - ¿Me estás cargando, no? -dijo mirándome con cara de pocos amigos.
  - No, no es una broma. Es en serio, Dai.
  - Yo amo a los nenes, todo. Pero no intentes que sea madre. No estoy lista para eso. Y mejor no sigamos con el tema, porque vamos a terminar discutiendo.

  Siempre era un dilema el tema sobre ser padres. Si tocaba el tema, terminábamos peleando. No sé por qué no le gustaría tener un hijo a Dai. Yo con Feli, había corroborado que tener un hijo, sería algo increíble. De repente, el sonido del celular me sacó de mis pensamientos. Vi la pantalla, Pato me estaba llamando. Me alejé unos metros y atendí.

*Llamada telefonica*

  - Pato, ¿qué pasó?
  - Eva me prohibió ver a Feli.
  - ¿¡Qué!? Pero, ¿por qué?
  - Fui hasta su casa a hablar sobre lo que pasó.
  - Y se cagó todo.
  - Me cagué en lo que teníamos. Me dijo textuales palabras, creo que fue una muy mala decisión decirte que Felipe es tu hijo. Estoy roto, hermano.
  - ¿Donde estás ahora?
  - En mi casa.
  - Venite a la plaza que está a unas diez cuadras de la casa de Eva. Estoy con Dai y Feli. Vení, dale.
  - ¿En serio?
  - No debería estar haciendo esto -dije masajeándome la frente. - Tenes que aprender que si tenés una familia, la debés respetar y cuidar, porque es lo más lindo en esta vida. Poder tener un hijo, sangre de tu sangre, una mujer que te ama y te banca en todas. Pero la verdad, lo hago porque sos mi hermano. Dale, venite antes de que me arrepienta -dije y corté.

*Fin de llamada telefónica*

  - Viene Pato -dije sentándome al lado de Dai. - Eva no le deja ver más a Felipe.
  - ¿Qué?
  - Cómo escuchás.
  - Debió ser todo muy groso para terminar así. ¿Y por qué viene?
  - Para ver a Feli. Sé que no debería hacer eso. Pero bueno, es mi hermano.
  - Está bien.
  - ¡Hey, Feli! -dije cuando ví que se acercaba. - ¿Querés ver a tu papá?
  - ¡Ti! Hoy se fue muy lápido.
  - Está por venir -dije sonriendo. La alegría que mostraba su rostro era hermosa.

  Narra Pato

  Las palabras que Guido me había dicho, quedaron resonando en mi mente por un largo rato. Luego de un rato en aquél bar, fui hasta la plaza que Guido me había indicado.

Toda Una Vida Esperándote (Pato Sardelli) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora