HP | Slash-Drabbles |

| Annie |

Para la linda Annie, por alguna razón no hemos hablado como en un principio, ¡Pues no importa! Te seguiré queriendo a montones siempre, y molestándote cuando menos te lo esperes, por supuesto.

«¡Hey! Si no sabes adorar a una reina cuando estás frente a ella, ¡Pues eso ni la muerte te lo cura! Y la muerte quizás es la cura que muchos necesitan.»

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—¡Sólo deja de comportarte como un idiota impulsivo!—

Los gritos resonaban por el descuidado y destartalado lugar en forma de tenebrosos ecos.

—¡Hablas como si no me conocieras ya!—

—¡Pues pareciera que nunca lo hice realmente!—

—¡Pues joder, entonces ya somos dos!—

Remus fingió que no le dolió aquello, que los gritos del pelinegro frente a sí no habían astillado aún más su roto corazón.

Sirius fingió no ver la expresión dolorosa en su rostro, un corazón destruido en sus ojos, Sirius fingió que eso no le había destrozado aún más.

De entre todas las cosas que se había jurado, al inicio de su lista estaban las más importantes, aquellas que jamás debían ser rotas.

Sirius sonrió destrozado, ahora ya las había roto todas.

—... No me interesa qué sucedió, ni el porqué sucedió, sólo quiero salir de aquí, es mi decisión, es mi deseo, deja de entrometerte en ello y sigue con tú jodida vida Remus, yo ya no soy un pendejo que no sabe lo que hace, lo que está en maldito riesgo.—

El pelicastaño se estremeció, era la primera vez que recibía aquellas palabras de esos labios, esos labios que años atrás habían sanado y besado heridas, mucho más allá de las físicas, eran esos labios que habían besado su corazón, su alma, esos labios que le habían adorado, como lo más preciado en su vida.

Pero ya no había forma de volver a aquel entonces, no había forma, y si la hubo, entonces él la destrozó cuando decidió acostarse con Nymphadora Tonks por un flaqueó emocional demasiado estúpido.

Quiso gritar, quiso llorar, quiso desgarrar su garganta para liberar los gritos que se atoraron impidiéndole respirar, pero no pudo, no lo hizo, no fue capaz de gritar, de implorar perdón, de rogar porque se quedase, porque no le abandonase, sólo le dejo ir sin más, dejo ir a la persona que más había amado y que más le había amado en su jodida vida así sin más.

Se sintió flaquear, sin fuerzas suficientes para mantenerse de pie, y apoyándose en el muro a sus espaldas, se deslizó hasta el suelo, abrazando su piernas, sus heridas, su corazón roto, abrazando todo lo que quedaba de sí, lo que alguna vez había sido de aquel hombre que ya no estaba.

Y cerró los ojos, cerró los ojos para pensar, para recordar, para soñar con besos dulces y promesas de amor que no existían más allá de su memoria, para soñar con aquellos días que ya no volverían, cerró los ojos para desear algo que jamás ocurriría, cerró los ojos para soñar con estrellas brillantes que ya estaban rotas y promesas que no se lograron cumplir.