Capítulo 4.

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Desde que se conocen, es la primera vez que estás juntos y a solas.

-Oye, ¿que te parece si vamos a mi casa? No hay nadie y podemos ver una peli o comer algo, ¿no crees?

-Sí, me parece perfecto.- Le contesta Pablo con esa sonrisa pícara y preciosa que tanto enamora a Blanca. 

Una vez allí...

-Ponte cómodo.

-Si, ja, ja, ja. Oye, ¿dónde está el baño?

-En ese pasillo, la segunda puerta, a la derecha.- Le indica Blanca nerviosa.

Pablo necesita lavarse la cara y refrescarse. Todo lo que puede pasar esta tarde será épico para ellos dos. Aunque el tenga esa pinta de chico malo, rebelde, tiene unos sentimientos que nadie conoce. Salvo la chica que está esperandolo en el salón de su casa. Esa chica tan fantástica. La culpable de que por las noches ya no tenga pesadillas. La culpable de que los lunes no sean su peor día de la semana. Sino él mejor, porque empieza la semana viendola a ella. Ella tiene tantas cosas positivas, como estrellas en el Universo. Está decidido... Le va a decir lo que siente por ella. 

-¡Ay, que susto! Pensaba que te había pasado algo ahí dentro.- Le dice Blanca, alarmada, pero con una sonrisa tierna y coqueta.

-Ja, ja, ja, ja. No, no, tranquila. Estoy sano y salvo. Quería hablar contigo de una cosa...-Suena el telefono interrumpiendo al chico-. 

-Perdón, tengo que contestar.

Una coincidencia graciosa, la verdad. Espera que no se vuelva a repetir algo asi, o le acabará saliendo el tiro por la culata.

Cinco minutos después... 

-Ya estoy, je, je, je. Una amiga de mi madre, su hijo, su nieto,-BLANCA TE QUIERO.- Dice Pablo de repente, sin pensarselo dos veces, interrumpiendola a ella. 

Ella se echa a reir. Que gracia tiene su mejor amigo. Pero no evita ponerse roja.

-No sé como te habrás quedado. Pero en serio Blanca, un tequiero se me queda corto. 

Ahora Blanca, ya no tiene una sonrisa. Se ha quedado en shock. No sabe que decir, ni que hacer, ni nada. No puede ni siquiera mirarlo. Se sienta muy cerca de él, levanta la cabeza, lo mira, y se lanza sobre él para besarle. Lo está besando. No se lo puede creer. A sabido sacar la leona que lleva dentro para atreverse a afrontar el beso.

Se separan. Se miran fijamente a los ojos y sonrien. Son felices. Nada de secetos. Una pareja nueva. Y los dos a la vez, se susurran al oido: Te quiero. 

AMORES AL VIENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora