+Miradas en un extraño tren.
Esperábamos a que llegase el tren. Estábamos sentados en un banco enfrente de la vías cuando, de repente, la voz de una mujer sonó por los altavoces; el tren estaba a punto se llegar. Nosotros nos abrazamos muy fuerte y nos besamos. Abrí los ojos durante el beso, miré por encima de su hombro y allí, unos bancos más allá, se encontraban unos preciosos ojos celestes mirándome. Era un chico alto, guapo, rubio con una maleta azul. ¿Por qué me miraba? Cerré los ojos y seguí besando a mi novio con un beso lleno de tristeza y pasión porque me volvía a mi casa. Él era de un pueblo a dos horas del mío, así que fui ese día a verle.
El tren llegó. Nos despedimos con un gran abrazo y me subí. Me senté tres asientos más adelante de la puerta y puse mi mochila rosa a mi lado. El chico de los ojos celestes se sentó en los asientos de al lado tres filas más adelante. Me miró unas cuantas veces mientras dejaba su maleta en el compartimento de arriba y mientras se sentaba. ¿Por qué me miraba? ¿Le habría gustado yo? No creo... pero... además, ha visto que tengo novio... ¿Por qué me mira? Total, me senté, me puse los cascos y me despedí de mi novio mientras el tren se ponía en marcha. La música de mi móvil acompañaba a la situación. No paré en ningún momento de mirar la estación, hasta que paró esa canción tan melancólica y romántica. Miré mi movil, la siguiente canción era un asco y la cambié. Después miré hacia delante. Entre el hueco de los dos asientos de delante podía verlo. Él también estaba escuchando música con su móvil y leía un libro. No pude ver su título aunque llevaba las lentillas. Me quedé un rato mirándole y derrepente me miró. Aparté la vista rápidamente. Que extraño. Era guapo, la verdad, pero lo que más me atraía eran sus ojos celestes como el cielo. Durante todo el viaje tuvimos algunas que otras miradas a través de los asientos. Era incómodo algunas veces. Alomejor él pensaba que por qué yo le miraba... pero yo lo miraba porque él lo hacía. Esperaba que se bajase una parada antes que la mía, pero no.
El tren se detubo y él bajó su maleta, me miró, pasó por mi lado y otra vez nuestras miradas se cruzaron; por dios, son unos ojos celestes muy grandes, y que mirada tan misteriosa. Se paró a mi izquierda. Yo esperé sentada a que abrieran las puertas, las abrieron y salí justo detrás de él. Cuando bajamos del tren iba tranquila, pero iba a su lado. Aceleré el paso y lo adelanté. Pensé bien, ya se ha acabado, que situación más extraña e incómoda. Pero, de repente, él pasó por delante mía y me adelantó. Mierda. Ya veía a mi madre esperándome. Nos subimos a las escaleras mecánicas y todo el mundo subió corriendo, esperaba que él también lo hiciera, pero se quedó ahí delante mía. Nos miramos, me sonrojé y no le miré más por si pensaba que me interesaba, aunque él me miró dos veces más; pero... ¿por qué? Yo no tengo nada de especial, ¿por qué me miraba? Salimos, saludé a mi madre y al salir de la estación lo busqué con la mirada. No estaba. Me sonrojé. Que extraño, ¿por qué me miraba?