Lágrimas.

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Unas gotas pequeñas y saladas rodean mi naríz hasta caer en la almohada. Así, una tras otra, lograron que me inundase la tristeza. No veo nada delante de mi, solo esa duda eterna. No veo mi futuro, no sé que hacer, estoy perdida entre mis sábanas y ya nisiquiera sé quién soy. Estoy sola en mi habitación junto con la oscuridad de mi cuarto y las voces que resuenan en mi cabeza, palabras que hacen que cada vez caigan más de aquellas pequeñas gotitas saladas: "por qué yo doy todo por los demás, siempre estoy con ellos y, a la vez estoy sola... estoy cansada de perder en discusiones en las que llevo razón, siempre la llevan ellos, yo nunca y... acabo cediendo porque no quiero perder esa amistad...". Hay veces que dejo que esas voces se desahogen mediante un fuerte llanto, algunas veces, icluso gritan en mi cabeza: "Cansada de ilusiones que solo sirven para undirte, siempre mentiras que creer, y cuanto mayor es la mentira, mayor la ilusión y, sobre todo, mayor la caída. Yo siempre digo la verdad, para no dañar, pero como soy tonta sigo pensando que la gente cambia y algún día dejarán de decir mentiras."
Y ya, cuando la almohada está empapada, las voces no tienen nada más que decir y a mis ojos no les quedan más lágrimas que derramar, es cuando me siento tranquila, vacía y me duermo.

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