I. Soy la obra, el pintor y el observador.

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A veces me siento como una obra

de esas que cuelgas en la pared,

de una chica que observa 

melancólicamente hacia el horizonte,

estando atrapada entre las cuatro esquinas del canvas.


A veces me siento como el pintor,

que inmortaliza a la chica,

al mismo tiempo que la aprisiona

en acuarelas y papel.

¿Seremos nosotros mismos

los que creamos las prisiones?

Y nuestras pasiones, como el pintor

que no reparó en conservar a su musa

sin detenerse a preguntarle

si le gustaría ser exhibida a extraños

colgada en una pared.


Otras veces me siento como el observador,

buscando un atisbo de realidad concreta,

entre tanta abstracción,

indagando, esperando encontrar 

en los demás motivación,

porque en mi obra no hay suficiente.

Desvaríos de un corazón poeta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora