Tras esos fríos árboles que se encontraban en una tierra completamente desconocida habían criaturas, habían extrañas criaturas que tenían sus vidas allí para ser como un enorme libro que debía ser contado. Historias peculiares, sin duda alguna, historias que no tienen algún valor o sentido, ya que ese lugar en el que están se encuentra perdido en la completa nada.
Hay una salida, claro que la hay. Es desconocida por la mayoría, pero es más obvia de lo que parece. Una bestia, muy conocida, es la nueva bestia, el nuevo señor oscuro, la próxima alma atormentada encargada de devorar todo lo que está a su paso. Es muy joven todavía, sólo tiene dieciséis y aún así está condenado a perderse en la locura del ser que habita en su interior, está condenado a sucumbir ante los impulsos enganchados a una maldición con la que había nacido.
Estaba condenado a convertirse en la nueva bestia de Lo Desconocido.
No quería hacerlo, no quería alimentarse de almas, no quería que su vida dependiera de una insignificante linterna, no quería matar, no quería tener que llenarse las manos de sangre.
Pero así era, su alma estaba ya puesta dentro de esa linterna aunque actualmente no se encontrara en su posesión, esa maldita linterna que había causado que muchas otras almas inocentes fueran arrastradas hacia el enorme y horrible abismo de la locura. Y sus queridas memorias que eran lo único con lo que se podían quedar, pero estas también eran succionadas a un hoyo negro en el cual todo desaparece.
Desaparece para siempre.
Y ahora ese chico condenado a la maldición de la linterna, encarcelado de por vida, ese chico ha logrado escapar de Lo Desconocido. No está muy seguro de cómo lo hizo, tampoco es que se lo cuestione demasiado. Lo único que sabe es que, aunque su destino es inevitable, fuera de ese lugar ubicado en las entrañas del universo su transformación sería más lenta.
Aunque igualmente se vería obligado a regresar.
Ahora se paseaba por un sendero con muchos árboles a su alrededor. El clima era fresco, era agradable, a pesar de tratarse de un ambiente nocturno. Caminó y caminó hasta llegar a una laguna donde contempló su reflejo.
Los primeros síntomas de la transformación se estaban haciendo presentes, dos ramas estaban creciendo a cada costado de su cabeza. Aún eran ramitas pequeñas, pero esas ramitas pequeñas significaban el comienzo de algo.
Y sus ojos.
Aquellos horribles ojos multicolor.
No paraban de brillar, no paraban de delatar su existencia. Eran horribles, eran de fenómeno, parecían dos faros de luz, una luz en medio de un oscuro camino.
Miró a su izquierda, escuchó un ruido, por un momento pensó que alguien pudo haberlo seguido, pero no, se trataba de una pequeña ardilla. Una ardillita de pelaje color café, cola tupida y nariz negra, era bastante pequeña y el animalito no paraba de observar a aquella bestia con curiosidad.
La futura bestia enfocó sus ojos en el animal. Ambos compartieron miradas. Envidió muy dentro de sí los ojos negros de esa criatura, eran sencillamente simples, sencillamente preciosos.
La ardilla se quedó otros instantes antes de desaparecer entre los arbustos, seguramente iría con otras ardillas, o iría a buscar comida, lo que sea que haría un animal de ese tipo. La bestia observó su partida con melancolía.
Y caminó sin rumbo alguno.
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En el Corazón de una Bestia
Fiksi PenggemarHa nacido una nueva bestia, una nueva alma perdida que está destinada a una vida muy corta cargada de soledad e infortunios. Sin embargo, un pequeño niño que también conoce la soledad podría enseñarle lo que es amar. ADVERTENCIAS: ► Ligero OoC (jus...