》CAPÍTULO III: UN AMIGO PECULIAR《

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Wirt no podía creer que estuviera a punto de encontrarse otra vez con su nuevo (y único) amigo. Estaba en su cuarto, sentado en su cama poniéndose los calcetines mientras Mocca se limpiaba la colita a su lado. El niño seguía alucinando con respecto a que finalmente podía socializar con alguien, quien bueno, no era de su edad, pero era agradable hablar con él (aunque sólo intercambiaron palabras como por tres minutos).

— Entonces... ¿Sí serás mi amigo?— Preguntó de nuevo Wirt, dudoso, con un leve temblor en su voz, sentía que si no lo afirmaba lo suficiente no se lo creería.

La bestia asintió nuevamente, estaba a punto de agregar algo más, pero el grito sorpresivo de Wirt le alertó— ¡Eh! ¡Que mi mamá debe estar buscándome! U-uh... lo siento... pero debo irme...

El niño y la bestia soltaron un suspiro, un triste suspiro. Ninguno quería dejar de interactuar con el otro, parecían tener tanto por querer hablar o contarse (bueno, mayoritariamente Wirt). El adolescente, con clara tristeza en sus ojos agachó la mirada, evitando conectarla con la del niño.

Wirt notó el pronto mal ánimo de su nuevo amigo, y decidió que lo mejor sería proponer algo que lo animase. Sorprendiendo al más alto, lo tomó de la muñeca para llamar su atención y con una sonrisa dulce y amable le explicó lo que procedería— Escucha, mañana a la misma hora te espero acá ¿Sí?

La bestia enarcó una ceja— ¿Y cómo sabré que es la hora correcta?

Muy bien, eso tomó a Wirt desprevenido. El niño frunció el ceño y comenzó a hacer funcionar su brillante cerebro. Sonrió finalmente cuando se le ocurrió algo y tomó al adolescente de la mano, girándose a verlo.

La bestia se tensó al instante y todo su cuerpo se puso tieso, no entendía que ocurría, de hecho, esperaba a que algo malo le pasase, tristemente estaba acostumbrado a la violencia y al maltrato, por lo que en su mente se imaginaba un posible escenario donde Wirt, haciéndose llamar su nuevo amigo, le lastimase fuertemente. Cualquier clase de contacto físico causaba esa reacción en él.

No es que no quisiera confiar en Wirt, de hecho, estaba rogando internamente por tener a alguien en quien confiar (incluso si se trataba de un pequeño niño), pero esos traumas que tenía bien estancados en su cabeza no saldrían tan fácilmente como le gustaría que ocurriese.

Los delicados dedos del niño rodeaban la palma de la mano de la bestia, siendo bastante calentita al tacto, era suave y muy agradable y contrastaba con la textura rasposa de la mano del adolescente.

Wirt apretó con suavidad la fría mano de la bestia, quien seguía confundido y desconfiado. El niño le miró con una sonrisa resplandeciente llena de inocencia y tiró un poco del muchacho de cabellos azabaches— Vamos, sígueme...

A regañadientes aceptó a seguir al niño, y el pequeño gato los seguía detrás, con la colita en alto y pisadas ágiles. Finalmente Wirt terminó en el área donde los árboles formaban un perfecto círculo allí se detuvo, mirando la dirección de las sombras de los árboles, las cuales apuntaban hacia el el sur.

Wirt tomó una varita en el suelo y se enfocó en la sombra del árbol más grande, allí, donde caía la oscuridad, marcó una pequeña "x", como si hubiese un tesoro oculto allá abajo. Se felicitó internamente a sí mismo por su astucia, y con los humos algo elevados, se giró a ver al adolescente con sus delgados labios estirados en una sonrisa— Mañana, cuando la sombra de este árbol caiga en la equis de esta manera. A esa hora estaré aquí, ya yo haré mis cálculos en casa para saber cuál es la hora correcta y-y... eh... te daría un reloj... pero no tengo uno conmigo.

La bestia se quedó mirando la "x" y se sentó al lado, recogiendo sus rodillas contra su pecho. Su mirada estaba clavada en esa marca, con una sonrisa a penas perceptible. Alzó su vista y se encontró con los ojos grandes y expresivos de Wirt, los cuales interrogaban su opinión con respecto a la idea.

En el Corazón de una BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora