CAPÍTULO 34

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Emma:

El sonido de la alarma de mi Iophone me despierta. Al abrir los ojos me encuentro con el rostro de Derek frente a mí, me sobresalto por un momento, pero la sorpresa se atenúa cuando hago memoria de todo lo que sucedió anoche. Me sorprende que la alarma no lo haya despertado, al parecer tiene el sueño muy pesado.

Me siento abatida por todo lo que sucedió en la fiesta y no tengo ganas de levantarme, ni de hacer ninguna de las cosas que tengo pendientes, mucho menos de robarle los planos a mi padre, pero para mi pesar, está claro que tendré que hacerlo.

Dejo escapar un suspiro antes de levantarme de la cama, apenas son las diez de la mañana. Tan solo he dormido por cuatro horas y mi cuerpo lo resiente. Los ojos me arden como si trajera fuego dentro de ellos y siento pesadez en el cuerpo al caminar.

Rose seguramente está en la cocina preparando el desayuno para mí, tengo que darle el día libre antes de que se encuentre con Derek por la casa. Después de ponerme mis pantuflas con estampado de cebra, salgo de mi habitación y bajo las escaleras para poder hablar con ella.

Derek:

Al despertar puedo sentir un aroma que mi olfato tarda un poco en reconocer, es una mezcla de flores con cítricos. Después de quedarme pensando, me toma unos segundos recordar que me encuentro en la casa de Emma.

La felicidad que sentía anoche se mantiene viva, e incluso estoy emocionado porque es muy probable que hoy mismo consiga los planos. Este plan me ha traído muchos problemas y dolores de cabeza, pero sé que cuando pueda entrar en la orden todo habrá valido la pena.

La puerta de la habitación se abre de pronto haciendo que pegue un respingo. Por suerte es solo Emma que me mira sonriente, seguramente he puesto una cara de susto muy graciosa.

—Me alegra ver que ya estas despierto— me dice acercándose a la cama.

—Buenos días para ti también— bromeo, mientras estiro los brazos para incorporarme.

Esta situación es demasiado surreal, estoy en la casa de una protectora, en la casa de Emma Burrel. Bromeando con ella, metido en su cama y además en ropa interior. Si, hace un mes me hubieran dicho donde despertaría hoy, los hubiera mandado al manicomio de inmediato.

—¿Tienes hambre? — me pregunta Emma haciéndose una coleta frente al espejo que está al lado de su cama.

—Un poco— le respondo observando la manera en que peina su melena castaña.

—Rose hizo un par de emparedados de pollo antes de irse— me dice sin apartar la vista del espejo.

—¿Quién es Rose? — le pregunto.

—Ya te lo había dicho ¿no?, es la cocinera— me responde y luego voltea para mirarme—. La comida esta abajo, ponte al menos unos pantalones— me dice mirando burlona hacia mis boxers. No pienso ponerme ese caro traje de nuevo.

—La verdad es que ese traje es muy caro y tengo que devolverlo. Se lo prestaron a Kalem y preferiría no usarlo para comer— le digo levantándome de la cama. Emma me mira pensativa.

—Quizás podrías usar alguno de los pantalones que mi padre rechazó— me dice poniéndose la mano derecha en la barbilla.

—¿Rechazó? — le pregunto confundido.

—Sí, es que cada mes los mejores diseñadores del mundo nos dejan una muda de ropa a cada miembro de la familia, con la esperanza de que nos guste y las usemos. Así tienen publicidad gratis para sus diseños y nosotros tenemos ropa de la mejor calidad hecha a nuestra medida, y pues hay muchas prendas que mi padre ha rechazado. Están ahí guardadas sin que nadie las use, podría darte unos pantalones— me dice y luego sale con rapidez de la habitación, supongo que va en busca de esos pantalones.

Entre dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora