Conversaciones que van a traer problemas

441 44 24
                                    

En el edificio donde habitaba la banda Plus ultra se respiraba paz y tranquilidad. Con Midoriya fuera visitando a su madre y Kaminari y Jirou en el cine, los únicos miembros de la banda que quedaban eran Yaoyorozu y Bakugou. Katsuki salió de su habitación tras pasarse en ella desde que explotó de aquella manera el día anterior en el comedor delante de todos. Ni siquiera bajó a cenar. El único contacto que tuvo fue con Kaminari que entró en su habitación para disculparse y horas más tarde para llevarle un plato para que comiese. No es que se sintiera avergonzado, sino porque la situación iba a ser incomoda. Sabiendo que Deku iba a ir de viaje y que el retrasado y la enana iban a ir al cine fue al comedor deseando con todas sus fuerzas no encontrarse con la chica de la coleta. Al llegar a la puerta del comedor asomó ligeramente su cabeza para confirmar que no había nadie allí y que podría comer en soledad y tranquilidad. Sin embargo, allí estaba, Momo estaba sentada en la mesa del comedor, degustando su plato en silencio ojeando en su móvil. No se había percatado aún de que él estaba en la puerta.

-¿Bakugou, qué haces en la puerta?- escuchó tras su espalda la voz del fornido chef que tenían. Satou le miraba extrañado mientras en sus manos portaba una caja rectangular.

-Mierda...- masculló lo suficientemente bajó para que no le escuchase. Giró levemente su cabeza para ver a la chica de la coleta que les miraba desde su asiento masticando su comida. Sin decir palabra se adentró en el comedor, tomó uno de los platos que le ofreció Mezou y se sentó delante de la chica.

Por su parte, Momo tenía clavada su mirada en la caja que sostenía Satou. Sabía perfectamente que en esa caja había dulces preparados por el joven cocinero, los cuales hacía especialmente para la banda.

-¿Has hecho pasteles, Satou-san?-preguntó la morena con un tono bastante alegre. Todos en la banda amaban los postres que preparaba el musculoso chef. El chico antes de adentrarse en la cocina con dichos dulces se acercó a la chica y le abrió la caja para mostrárselos. Un pastel perfectamente adornado y de aspecto delicioso se escondía allí. A Momo casi se le cayó la baba al ver tan exquisito postre.

-Te daré un trozo de postre.- dijo cerrando la caja del dulce y adentrándose a la cocina mientras Yaoyorozu asentía con energía y una linda sonrisa en el rostro.

Bakugou contempló en silencio el pequeño diálogo mientras se alimentaba, intentando no mirar demasiado a la morena. La analizó rápidamente mientras asentía al cocinero, llevaba ropa deportiva y su típica coleta, seguramente había estado ejercitándose en el gimnasio de la UA para mantenerse en forma o quizás lo iba a hacer después de comer. Su ojos rojos no pudieron evitar observar con detenimiento su rostro, Momo tenía rasgos muy finos y delicados, no tenían nada que ver las chicas que conocía, quizás era porque era medio rusa. Sus largas pestañas, su piel blanca y sus labios. Le llamaba la atención demasiado. Evitó el contacto con sus ojos cuando la joven volvió a prestarle atención a su comida.

-¿Por qué no fuiste al cine?- cuestionó Yaoyorozu con un tono suave al volver a mirar hacia delante y verle comer. Bakugou no la miró a los ojos en ningún momento, se concienció para enfocar sus ojos carmesí en el plato. Al ver que tardaba en contestar, la joven pensó que le había molestado su pregunta y quiso disculparse, pero antes escuchó la voz del chico.

-No quería aguantar al pesado de Kaminari.- Sabía que Denki tenía muchos talentos y que era un buen amigo, pero podía a llegar a ser muy pesado.- ¿Y tú?

-Quería comprobar una teoría.-dijo entre risas ella, el rubio solo pudo levantar una ceja al no entender a lo que se quería referir con eso.- Además, luego voy a llamar a mi madre por Skype.

La canción de nuestro amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora