Magnus terminó su café y cuando iba a levantarse para pagar y marcharse a su piso, un hombre se sentó en frente de él. Era muy alto, musculoso, de piel blanca, pelo negro y unos profundos ojos azules.
Su voz, al igual que su aliento, lo abandonó. Jamás había visto nadie tan hermoso, tan similar a un Dios que tuvo que parpadear un par de veces para asegurarse que no estaba alucinando.
Carraspeó y observó cómo, el hermoso desconocido tomaba la taza vacía de café y miraba dentro.
-¿Quieres un café?-Preguntó.
-Solo si te lo tomas conmigo.
Magnus asintió, aunque él no estuviera mirándolo. Llamó a la camarera, quien vino con libreta en mano.
-¿Qué desean?
-Un café.-Dijo el extraño.
La camarera se marchó. El extraño dejo la taza, se cruzó de piernas y lo miró. Magnus le sonrió incomodo.
-Soy Magnus ¿Y tú?
-¿Quién soy yo?
-Em, sí, tu nombre.
Magnus vio como bajaba la mirada, pensativo. Ladeó la cabeza buscando su azul mirada, cuando esta chocó bruscamente contra él.
-Alexander. Me llamo Alexander.
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Vida. Muerte ||Malec-AU||
Romance-Oh.-Suspiro.-Lo entiendo viejo amigo, pero no puede ser. -¿Por qué no? -Porque él es mortal. -Lilith también lo era, y ahora es tu reina. -Es diferente. -No, no lo es.-Lo encaro.- Yo creé a tu padre. Le di un nombre. El te creo a ti y te dio uno:...