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Lucifer observó a través de los cristales. El ático de Magnus era pequeño. Podía ver la pequeña cocina de gas, una puerta que supuso que era el baño, la cama en una esquina, iluminada por las pequeñas bombillas colgadas del techo. Pero no habían llegado a la cama.

Magnus y su viejo amigo, que se había nombrado Alexander estaban en el suelo, en mitad del piso, besándose con calma. Desnudándose a besos y caricias, susurrando sus nombres y suspirando claros te quieros.

Lucifer se marchó de allí, volviendo a Nim.

Allí, esperándolo estaba Dios.

-¿Dónde esta Muerte?

-Con la razón de su existencia.

Y de nuevo en el mundo de los hombres, en un ático de Nueva York, decorado como lo haría un artista bohemio, habían dos cuerpos y una sola alma. Cubiertos por una fina sabana.

Magnus estaba apoyado en el pecho de Alexander. Dibujando con las yemas de sus dedos en el pálido pecho de su amante, sintiendo la calidez de su cuerpo. Suspiró encantado.

-Ha sido maravilloso.

Alexander besó su cabello. Acarició su brazo y entrelazó sus dedos.

-Te amo.

Magnus lo miró.

-¿No es muy pronto?

-¿Para decirte lo mucho que te amo? No.

Alexander sintió la risa de su bella criatura, cosquilleándole contra las cosquillas. Se enderezó, tomó su cuello y lo besó de nuevo.

-Yo también te amo.

Vida. Muerte ||Malec-AU||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora