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Magnus rió. Alexander rió con él. Llevaban caminando cerca de dos horas des de que salieron de la cafetería. Aunque de su casa a la cafetería solo habían diez minutos.

-¡Es increíble! Has viajado muchísimo. –Le dijo.

Alexander sonrió. Le había contado una historia increíble. Lleva de amor y luciérnagas. La historia de un hombre, que después de perder a su mujer, lleno su casa de luciérnagas en su honor. Alexander solo tuvo que decir que fue un hombre que conoció en Brujas.

-Tengo una historia mejor.

Magnus le sonrió.

-Cuenta.

-Es un poco triste. –Le avisó.

Magnus torció la línea de la boca, en un gesto, increíblemente adorable. Luego sonrió, tomó la mano de Alexander y tiró de él hasta que quedaron sentados en un portal, a un lado, para que no molestar.

Su bella criatura apoyó su carita en sus manos, observándolo con los ojos brillando. Alexander suspiró con una sonrisa.

-Una vez, muy lejos de aquí, no recuerdo el nombre del lugar, conocí a un hombre. Él era solitario, tan frio que hasta él mismo dudaba de su propia existencia. No tenía nada por lo que vivir, pero no podía morir.

-¿Por qué no?

-No lo sé.-Mintió.- Simplemente no podía.- Magnus se movió, para estar más cerca de él.-Un día, veo a la criatura más hermosa, tanto que creyó estar soñándola. Y no solo era preciosa, también era noble y buena.

-¿Era una mujer?

Alexander le sonrió.

-Una loba. Negra, con unos ojos verdes, brillantes e hipnóticos.

-¿Él se enamoró de la loba?-Magnus sorprendió.

-No de esa forma. Se enamoró de su alma, de su fuerza.

-¿Y qué paso?

-La loba se marchó, sin él y jamás volvió a verla.

-Oh...

-Pero él no estaba triste en realidad.-Alexander tomó la mano de Magnus.- Ella quería ser libre, y él era feliz con su felicidad.

Magnus le sonrió.

-Creo que es mi historia favorita hasta ahora.

Vida. Muerte ||Malec-AU||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora