(cap 7) tu insolencia me pone de mal humor

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De repente recordó que tenía que llamar al señor Barry. Su otro jefe esperaría que ella abriera la librería a la mañana siguiente, como era habitual. Nunca llegaba hasta mediodía. A pesar de la advertencia de Ruggero tenía que llamar al señor Barry, pero no podía contarle la verdad. Tendría que inventarse una excusa para explicarle su ausencia.
Karol se escondió detrás de dos mujeres altas que salían del baño y se escabulló hasta los teléfonos públicos a escasos metros. Ruggero estaba de pie, en medio de la sala abarrotada, hablando distraído por el móvil.
Karol marcó el teléfono de la operadora. Como no tenía dinero tenía que pedir una llamada a cobro revertido. Justo cuando contestó la operadora Ruggero volvió la cabeza arrogante hacia ella. Karol colgó de golpe, pero no fue lo suficientemente rápida. Ruggero la vio antes de que pudiera alejarse de los teléfonos.
La castaña se quedó paralizada ante los ojos marrones que la miraban fijos como si hubiera cometido un crimen. El rostro de Ruggero se fue tensando mientras se acercaba. Y Karol, que sabía muy bien qué se sentía cuando un miembro del sexo opuesto la aburría o molestaba, descubrió lo que se sentía cuando la atemorizaba...
Unos peligrosos ojos marrones escrutaron el pálido rostro de Karol.
-¡Te pierdo de vista un instante y te pones a llamar por teléfono! ¡Estabas filtrando la información! ¡Has traicionado mi confianza! -la condenó Ruggero sin disimular su ira.
A pesar de estar temblando y de tener el estómago agarrotado Karol no pudo dejar de sentirse fascinada ante aquel temperamento mediterráneo explosivo, volátil y lleno de dramatismo. Le resultaba completamente extraño.
-Señor Pasquarelli... -comenzó a decir tratando por todos los medios de hacerle comprender que no debía de suponer siempre lo peor.
-Has hecho tu elección, así sea. ¡Voy a destruirte por esto! -añadió Ruggero letal.
-Lo has malinterpretado -protestó ella febril-. ¡Sólo he podido llamar a la operadora!
Ruggero la miró despreciativo y se alejó a grandes pasos. La ira se expresaba en cada movimiento de su cuerpo.
Por un instante Karol se quedó paralizada, desconcertada. Ruggero Pasquarelli la había arrastrado hasta el aeropuerto, la había maltratado y de pronto la dejaba ahí, tirada y sin dinero. Sólo el miedo a lo que pudiera sucederle a Vale la hizo correr tras él.
-¡Apártate de mi camino! -gritó él al verla.
-¡No es lo que tú crees! -explicó Karol acalorada. Ruggero continuó andando sin hacerle caso-. ¡Eres un cabezota! ¡Lo único que estaba haciendo era una llamada a cobro revertido a mi jefe de la librería, ¿entendido?
-¿De qué librería estás hablando? -preguntó Ruggero de mal humor, volviéndose hacia ella de mala gana.
Ruggero se le quedó mirándolo con el ceño fruncido, notando de repente que faltaba algo.
-¿Qué diablos has hecho con las bolsas? ¡Por el amor de Dios, has salido corriendo y te las has dejado tiradas ahí en medio, ¿a que sí?
Karol se dio la vuelta y volvió sobre sus pasos. Vio las bolsas en el suelo y se apresuró a recogerlas para volver junto a él.
-¿Qué librería? -repitió Ruggero sin inmutarse al verla llegar cargada.
-Trabajo en una librería durante el día. Y además vivo justo encima... - Karol hizo una pausa para recuperar el aliento-. Tengo que hablar con el señor Barry para avisarle que mañana no iré, si desaparezco de repente llamará a la policía...
-¡Tonterías! Pensará que te has escapado con tu novio. Los empleados de tu edad son de poco fiar -aseguró Ruggero sin dejarse impresionar.
Ofendida ante aquella respuesta, Karol respiró hondo y trató de mantener la calma, pero no funcionó.
-¿Sabes? ¡Estoy hasta aquí de ti! -exclamó llevándose la mano a lo alto de la cabeza-. Yo no tengo ningún novio, y además soy una empleada de fiar. No me subestimes ni me hables en ese tono, yo nunca falto a mi trabajo. Llevo cinco años en el mismo empleo, y durante los dos últimos se puede decir que casi he llevado sola el negocio...
-¿Y entonces qué estás haciendo fregando suelos por la noche? -preguntó él incisivo.
-Necesito el dinero, ¿vale? ¿Es que es asunto tuyo?
-Tu insolencia me pone de mal humor.
-Tú a mí tampoco me gustas... ¿qué esperabas? No he hecho nada malo, sólo he cometido un error, y me estás tratando como si fuera un criminal. Me haces chantaje para que haga cosas que no quiero y... además... no me gusta esa idea de que como soy pobre no debo de ser muy honesta.
-¿Has terminado ya? - Karolnse puso colorada y apretó los labios-. No estoy de humor para soportar estas tonterías, hoy menos que nunca. Vamos, ya hemos perdido suficiente tiempo.
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~fefa~

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