(cap 9) el jet privado

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Unas cuantas horas más tarde Karol había cambiado de estado de ánimo. Miraba a su alrededor con curiosidad. En el interior del jet los asientos eran de piel de color crema y la decoración elegante. El espacio destinado a los pasajeros parecía más un salón de lujo que un avión. ¿Acaso Ruggero Pasquarelli se daba cuenta de la suerte que tenía? ¡En absoluto! Karol observó a su anfitrión. Habían estado esperando a que el aeropuerto les concediera permiso para despegar, y mientras tanto él había recorrido la habitación de un lado a otro rebosante de frustración e impaciencia. Por fin habían despegado, pero él seguía exactamente igual.
Karol estuvo contemplándolo. Tenía el cabello negro, perfectamente peinado, con un estilo que encajaba con la forma de su cabeza. Los ojos, espectaculares, estaban enmarcados por largas pestañas negras. Las pupilas eran del color de la noche, capaces de brillar como las estrellas. Y los fuertes pómulos le añadían carácter. La nariz, arrogante, parecía advertir de ello. ¿Y aquella boca, generosa y perfecta? Inspiraba pasión y sensualidad. Karol no pudo dejar de preguntarse cómo tal conjunto de rasgos podían dar lugar a un rostro tan devastador. Para cuando llegó a ese punto de la reflexión se dio cuenta de que estaba excitada, y tuvo que admitir algo que hubiera estado perfectamente dispuesta a negar. ¿A quién había querido engañar al decir que Ruggero le producía repulsión? Aquella revelación dejó atónita a Karol, que hacía años que no se sentía atraída por ningún hombre. Pero tenía que tratarse simplemente de unas pocas hormonas que, mediante trampas, pretendían recordarle que podía ser tan estúpida como cualquier otra mujer.
Ruggero Pasquarelli resultaba increíblemente sexy aún de mal humor, y si era ella quien se había dado cuenta entonces es que era verdaderamente sexy. Poseía esa extraña fluidez en los movimientos que tenían los hombres con perfecta conciencia de su propio cuerpo, se movía como un enorme gato sobre patas almohadilladas. Y su cuerpo era perfecto. Hombros anchos, estómago plano y tenso, caderas estrechas, muslos largos y poderosos... Karol iba tomando buena nota de todos los detalles. Un hombre de ensueño... hasta que abría la boca. O mientras no la dejara cargar con las bolsas o la mirara con aquel infinito desdén sin ocurrírsele preguntar siquiera si tenía hambre o sed. Ruggero no era un hombre de sentimientos. Era duro, egoísta, de mente cuadrada y por completo centrado en sus propios deseos...
De pronto Ruggero la pilló mirándolo y frunció el ceño. Karol se encogió asustada. Los ojos de él iban del cafe intenso al cafe oscuro, observó Karol sintiendo de pronto que le faltaba el aliento. Sin embargo aquella era una sensación nueva para ella, como si estuviera al borde de la más pura excitación, incapaz de apartar los ojos de él. Era una excitación enfebrecida. El corazón le latía acelerado en los oídos mientras la boca se le quedaba de pronto seca. Una llama ardiente se retorció en su interior dándole color a su semblante.
-Son las tres de la madrugada en Grecia, deberías tratar de dormir –murmuró Ruggero con voz espesa.
El mero sonido de aquella voz profunda y masculina fue como miel para los oídos de Karol la hizo estremecerse. Parpadeó y se puso en pie.
-¿Dormir?
Ruggero alargó una mano y pulsó un botón. Sus alucinantes ojos estaban semiocultos por las espesas pestañas. Karol se sintió intensamente violenta. Mientras se ponía en pie, mirando a todas partes menos a él, apareció una azafata que la guió hasta un compartimento con una cama. Karol se dejó caer al borde de ella, desconcertada ante la poderosa reacción de sus pechos y de sus pezones, completamente tensos. Nunca en la vida la había mirado ningún hombre haciéndola sentir una excitación y una urgencia tan fuertes y poderosas. Pero Ruggero lo había conseguido.
Ella estaba perpleja ante aquel descubrimiento, y tan avergonzada de su reacción física que había sido incapaz de controlarse. ¿Acaso se había dado cuenta él de lo sucedido? Cerró los ojos con fuerza. Estaba asustada ante la sospecha de que El no sólo lo había notado, sino que además había querido perderla de vista precisamente por eso.

Un par de horas más tarde una voz insistente y suave despertó a Karol de un sueño poco reparador.
-¿Señorita Karol Sevilla...?
Karol se incorporó y se apoyó lentamente sobre los codos. La azafata asomaba la cabeza por la puerta con expresión insegura y una bandeja en las manos. Karol se incorporó otro poco más y sonrió aceptando el ofrecimiento.
-Gracias... ¿sí?
-Nosotros... bueno, el personal de vuelo y yo nos preguntábamos si querría usted quizá despertar al señor Pasquarelli-señaló la azafata-. Aterrizaremos dentro de quince minutos, y naturalmente ninguno de nosotros quiere molestarlo...
-¿Molestarlo? -inquirió Karol preguntándose por qué le hacía aquel extraño ruego.
-Alguien tiene que despertar al señor Pasquarelli para que se vista para el funeral.
-¿El funeral? –repitió Karol
-Me temo que este vuelo va muy retrasado, señorita Sevilla. Entre el retraso sufrido en Londres y el de aquí, a la hora de aterrizar, no queda tiempo. El señor Pasquarelli tendrá que asistir al funeral directamente desde el aeropuerto. Espero que no lo considere una intromisión, pero quería decirle que todos nos alegramos mucho de que el señor Pasquarelli tenga a alguien en quien apoyarse en estos momentos -añadió volviendo a salir.
Karol se quedó mirando al vacío, completamente despierta. De modo que Ruggero viajaba a Grecia para asistir a un funeral. Y ésa era la razón por la que le había comprado tanta ropa negra. El personal de vuelo debía de haber llegado a la conclusión de que ella era una persona importante para Ruggero simplemente por el hecho de que lo acompañaba. Y recordaba haberle oído decir que, precisamente en ese viaje, no deseaba tener compañía. Karol no podía dejar de preguntarse de quién sería el funeral.
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Hola después de años luz de no actualizar aquí estoy espero que les allá gustado este cap no se olviden de votar comentar y seguirme besos😘 ~fefa~

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