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Ya es viernes, Edward cuenta las horas para visitar a sus padres. Como su papá tenia algunos asuntos en la ciudad ese día aprovecharía para irse con él, olvidarse un poco de la ciudad y de su complicada gente. Llegadas las de la tarde se dispone a dejar el instituto, hoy decide que, si tomara el autobús, no desea para nada otro desagradable encuentro, se despide de sus amigos como de costumbre y se dirige al autobús. De camino saca su teléfono de la mochila para revisar algunos mensajes que tiene, cuando de repente tropieza con alguien y los cuadernos de su bolso, que aún estaba abierto, caen al suelo.

—Lo Lo siento, me distraje un segundo y— se disculpó Ed al tiempo que se inclinaba para recoger sus libros— ¡oh, qué vergüenza!

—No te preocupes— respondió el chico mientras se inclinaba para ayudarlo a recoger los cuadernos—. Todos los idiotas son iguales.

Edward sorprendido volteo para ver de quien se trataba —Ah, solo eres tu— inquirió Edward viendo quien era, claro, no podía ser otro que el babieca de Zael.

—Eres la persona más torpe e idiota que he conocido ¿lo sabias? —confesó Zael con una estúpida sonrisa.

—¡Y tú el más gilipollas! — sentencio Edward subiéndose al autobús.

—Pero no te lo tomes a mal chico— rio Zael.

—Se exactamente lo que vas a decir, ¿Qué era una broma? — repuso Edward— JA, maldito imbécil tan predecible.

Antes de que Zael pudiera decir nada el autobús se puso en marcha. Edward se quedó mirando como Zael quedaba ahí parado con una estúpida sonrisa dibujada en su rostro, ¿Qué era tan gracioso?, cuando estaba ya a una distancia considerable Zael levanto la mano con el libro que Edward había tomado de la biblioteca.

«!MIERDA!» exclamó Ed mientras se dirigía al frente del autobús.

—Detenga el autobús, por favor— pidió al chofer.

—Lo siento muchacho, no puedo hacer eso— contesto este.

—Por favor, es algo importante— suplicó Edward—. Por favor.

—Son las normativas del instituto, lo siento— respondió el chofer sin detener la marcha.

«¡MIERDA» replicó nuevamente Edward «Maldito imbécil»

Llega a su casa envuelto en cólera, su padre aún no ha llegado y su tía está en el trabajo así que sube a su cuarto se tira sobre la cama mirando al techo y repitiendo un mantra de maldiciones dirigidas a Zael «¿Qué se cree este maldito imbécil?» repetía para sus adentros, «es un puto subnormal, nunca lograre entender su personalidad, o sus personalidades, parece salido de película de ficción»

«¿y si siente algo por ti?» escucho que vociferaba la vocecilla dentro de su cabeza quien comenzaba a despertar. Edward con horror sacudió su cabeza para desvanecer aquella suposición de su estúpida conciencia. «es absurdo» se repitió a sí mismo «es más probable ver volar una vaca a que el sintiera algo por mí». «¿Ya olvidaste el libro tres metros sobre el cielo?» comento su pequeño ser interno.

a veces pensaba que alguien realmente vivía dentro de él y era como su más fiel amigo y confidente, le gustaba llamarlo pequeño Ed.

«pero es una situación completamente diferente, no te confundas» aseveró Edward mientras conectaba el reproductor para escuchar algo de música y relajarse un poco antes hacer el bolso para la visita a sus padres. «como tú digas, yo solo estoy dando mi opinión acerca de cómo veo las cosas» dijo el pequeño Ed antes de volver a su lugar y quedarse dormido. Edward desvaneció cualquier suposición acerca de tan osado pensamiento, era netamente imposible.

Ya casi eran las cinco cuando llego el padre de Edward a buscarlo.

—¡PAPÁ!— gritó Edward lanzándose a los brazos de su padre. Hacía más o menos 3 semanas que no lo veía. ya que no había podido ir a la granja por cuestiones académicas.

—Hijo, que gusto me da verte— repuso su padre abrazándolo—. ¿ya tienes todo listo? Mira que ya es tarde y el camino es largo, no quisiera preocupar a tu madre.

—si claro, no llevare mucho, yo deje ropa allá en mi última visita— dijo Edward mientras subía al cuarto dejando a su padre en la sala en compañía de su tía. Cuando este bajo todavía estaban hablando sobre el rendimiento de la granja y de la posible expansión que tendrían en los próximos meses.

—ya estoy listo— interrumpió Edward.

—pues hay que irnos entonces, no quiero que me caiga la noche en la carretera— explicó John levantándose del sofá— bueno hermana, ha sido un maravilloso verte¬— dijo mientras abrazaba a Karem.

—Cuídate, y visítame más seguido— sugiere Karen.

—No te prometo nada, pero lo intentare.

—Hasta luego tía— se despido Edward abrazando también a su karem.

—hasta luego, cuídate Ed.

Dicho esto se subieron al vehículo y se pusieron en marcha rumbo a la granja.

noches de otoño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora