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Eran casi las nueve cuando despertó Edward, la lluvia ya había cesado, ahora había un suave, pero frio viento que levantaba las hojas secas y las mecía de un lado a otro, como un centenar de bailarinas danzando en perfecta armonía. Llego a la sala de estar y sus papás estaban frente al televisor con sendas tazas de café, Ed se sentó junto a ellos.

—buenos días hijo— saludo Ximena mientras dejaba su café en la mesita que tenía frente a ella—. Te esperábamos para desayunar.

—buen día mamá y papá—respondió Ed—. Saben que cuando estoy aquí siempre me levanto tarde, hubiesen desayunado sin mí.

—Ya, pero es que hace mucho que no disfrutamos de un desayuno en familia— repuso Ximena-—. Ya tengo todo preparado, anda a asearte para que pasemos al comedor.

—gracias mamá, eres la mejor—confesó Ed abrazando a su madre.

Estando en el baño se miró en el espejo, noto que sus ojeras se habían reducido un poco, ya no parecía tanto un espectro como días anteriores. Fugazmente pensó en la madrugada de ese día y de los mensajes de Zael, pero sacudió la cabeza y aparto esos pensamientos de su mente, había decidido olvidarse de su entorno al menos por ese fin de semana, pensar que aún era un niño y que no conocía nada de la ciudad, que su entorno solo eran sus padres, su perro y su gato.

Llego al comedor y ya su madre tenía la mesa preparada. Como de costumbre, siempre que Edward iba su madre procuraba preparar su comida favorita, tostadas francesas con jarabe de arce, Sándwiches de huevo y Bacon y chocolate caliente, que venía perfecto para calentar un poco el cuerpo con el estremecedor frio que estaba haciendo.

Después del desayuno, Edward se colgó su abrigo y salió a caminar un rato. Los pensamientos comenzaban a fluir inundando su mente, y en algún rincón el pequeño Ed comenzaba a despertar sentándose cómodamente con cara de incredulidad y sacando a relucir, entre todo, la conversación con Zael que Edward tanto había querido evitar durante el día.

«bien Edward, ¿me vas a explicar que es lo que está pasando?» sentencio el pequeño Ed. «Es algo inexplicable, muy raro y de lo cual no quiero pensar ahora» aclaro Edward.

«claro que quieres darle explicación, ¿Sabes que solo soy tu subconsciente verdad? Solo puedo exponer tus pensamientos y en este instante estas pensado en Zael» vocifero el pequeño ed. «pues estúpido subconsciente que afirma cosas que no son ciertas» respondió Edward.

«creo que tengo que asistir a un psicólogo» pensó «no es normal que mantenga una conversación conmigo mismo en tercera persona». El pequeño Ed horrorizado y ofendido volvía a ocultarse tras el empeño de Edward en censurar lo evidente.

Recorrió los lugares donde le gustaba jugar de niño, después de largo rato, se sentó al pie de un roble para descansar un poco, mientras tanto jugaba con las hojas secas que se juntaban como diminutas montañas formadas con los pequeños remolinillos de viento que jugueteaban con ellas, y pensaba en cuan feliz era en esos días de otoño cuando era niño y volaba cometas con su padre, o hacia angelitos de hojas cuando el viento soplaba fuerte y juntaba montones por todos lados. Una sonrisa inconsciente se dibujaba en su rostro, su vida había dado un cambio muy drástico, pero estaba feliz por ello.

Decidió volver a la casa, el viento se estaba poniendo muy fuerte y hacia un frio que se te incrustaba en los huesos. Vio que su madre cocinaba estofado así que decidió ayudar un poco.

—Hace tanto que no cocinamos juntos—comento Ximena—. Me gusta tanto que estés aquí.

—A mí también me encanta estas aquí y cocinar contigo— repuso Edward—. Sobre todo, cuando haces esos postres tuyos tan alucinantes.

—Por cierto, ya se acerca tu cumpleaños— mencionó Ximena. —¿Qué quieres que te regalemos?

—con que estén conmigo es más que suficiente— reveló Ed sonriendo.

Siguieron cocinando y platicando largo rato, luego, Edward se fue a su habitación para darse un baño antes de comer. Abrió su portátil antes de entrar a la ducha y noto que tenía un email nuevo, pensó un rato sobre si debía revisarlo o no, pero final mente tomo la decisión de abrirlo. Esta vez no se extrañó de ver de quien se trataba, en efecto era Zael.

De: BloodAndRoses89@gmail.com.

Para: Ed_Pines14@gmail.com.

Enviado el: 5 de octubre a las 11:50

Asunto: ¡te vas a arrepentir Edward pines!

No creas que se me olvida el asunto que dejamos pendiente en la madrugada, solo te escribo para decirte que ahora te vayas con cuidado porque tu acción puede tener severas consecuencias.

Edward se quedó perplejo ante tal afirmación, no supo ni cómo reaccionar, ¿Qué iba a hacer ese desquiciado ahora? Resolvió que no debía contestar, o por lo menos no es ese momento. Finalmente entro al baño y luego se preparó para comer con sus papás.

noches de otoño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora