Capítulo 15

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El Rey movía los labios, hablaba y gesticulaba, pero Ana era incapaz de entender lo que decía. Sus oídos captaban el sonido que su garganta emitía, pero su mente no lograba descifrar el contenido de sus palabras. La mujer solo podía pensar en la Sala del Té, en la mirada de su padre y la de su hermano segundos antes de cercenarle la garganta.

La sangre, el silencio. El salto por la ventana y la nieve helada bajo sus manos.

Las horas de insomnio, las pesadillas, los sueños...

Veressa y Orwayn empezaron a hablar entre ellos. Ana lo sabía porque el sonido de sus voces se mezclaba con el de su padre, pero tampoco entendía lo que decían. Estaba bloqueada. De hecho, tal era su bloqueo que ni tan siquiera era capaz de percibir el tono en el que conversaban. ¿Estarían discutiendo? ¿Estarían hablando? ¿Estarían chillando? Fuese cual fuese la pregunta, Ana no estaba en condiciones de responderla, puesto que, simple y llanamente, su mente no era capaz de asimilar ningún otro dato.

Lentamente, sintiendo una intensa sensación de mareo apoderarse de ella, Ana se llevó la mano a la sien. Poco a poco, las voces iban apagándose a su alrededor para resonar estruendosamente en su mente. Era como si, de alguna forma, hubiesen logrado introducirse en su cerebro. Y gritaban... todos gritaban palabras sin sentido que Ana no llegaba a comprender.

Cerró los ojos. El mareo iba a más y rápidamente estaba empezando a perder el control de su propio cuerpo. Las manos le temblaban, los ojos le lagrimeaban y las rodillas amenazaban con ceder. Muy probablemente, caería al suelo si no lograba sujetarse a algo... algo como la silla, por ejemplo. Ana plantó las dos manos sobre el respaldo de esta y concentró la vista en la pantalla táctil del holocomunicador. A su alrededor todo empezaba a perder sentido. Las formas y los colores se mezclaban, y las voces...

Las voces iban y venían intermitentemente en su mente. Le hablaban y susurraban; le gritaban y ordenaban... la mareaban. Ana iba y venía sin moverse del sitio, y nadie parecía ser consciente de ello. Nuevamente, nadie le prestaba atención.

Perdió el equilibrio.

—Eh, eh...

Ana sintió que alguien la cogía del brazo. Volvió la vista lentamente atrás y a su lado encontró nuevamente a Armin, el cual, con la mirada fija en ella, la observaba con una clara expresión de duda.

—¿Estás bien?

Antes incluso de darle opción a respuesta, el hombre acercó la silla para que se sentara. Frente a ellos, mirando atrás disimuladamente, Vessa y Orwayn les vigilaban con cierta curiosidad, como si de dos extraños se tratasen.

Armin le ofreció un vaso de agua helada. Ana aún estaba demasiado impactada como para poder asimilar la información que sus sentidos seguían captando, pero sorbo a sorbo logró recuperar el suficiente autocontrol como para mantener la cabeza fría.

Volvió a mirar a la pantalla, dubitativa. Temerosa. Confiaba en que todo se hubiese tratado de una simple alucinación: de un juego macabro de su mente. Lamentablemente, no era tan sencillo. Su padre, su querido y asesinado padre, seguía dando la rueda de prensa al margen de todo lo acontecido.

Parecía una broma de mal gusto.

Armin le siguió la mirada hasta la pantalla, pero no dijo nada. No era necesario.

—¿Mejor?

—Creo que sí.

—¿Te preocupa?

Se encogió de hombros. Aunque él le preguntaba sobre la nube de polución que se había apoderado del cielo de Corona de Sighrith, ella pensaba en su padre. Pensaba en su asesinato y en su huida, en todo lo que aquella muerte había significado para ella, y no sabía qué decir. ¿Le preocupaba? Sí, desde luego. Le preocupaba que un muerto hubiese regresado de la tumba para dar una rueda de prensa. Era innegable; a cualquiera le preocuparía, y más tratándose de un miembro de su familia. Sin embargo, sus pensamientos iban más allá, y es que, si bien era cierto que la reaparición de su padre la inquietaba, la sensación de desamparo no era comparable al profundo malestar que despertaba en ella el plantearse si, en realidad, no habría sido todo una alucinación.

Dama de Invierno - 1era parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora