-De repente sus fuertes manos me levantaron y me pegaron contra la pared, antes de conseguir reponerme de la sorpresa, él me penetró con un solo movimiento, firme y profundo, me mordí el labio para no gritar, enganché mis piernas en torno a su cintura, él me besó acallando mis gemidos, mientras me embestía una y otra vez, lento y profundo.
Con las manos me agarré a sus hombros, mi cabeza chocó contra la puerta al echarla hacía atrás, sus labios acariciaron mi cuello, besándolo lamiéndolo, bajó y bajó, me mordió los senos -suavemente- por encima de la camiseta, mojándomela, realmente tenía que hacer un gran esfuerzo por no gritar, por no emitir un fuerte sonido...
-Así no... -dijo más para sí mismo que para mí-
Me levantó la camiseta y apartó la tela del sujetador, liberando mis senos, y los besó, mi cabeza volvió a chocar contra la puerta, sonando, él levantó la cabeza, pero lo miré para que supiera que no pasaba nada.
Y siguió entrando y saliendo de mí, una y otra vez, mientras nos acariciábamos, nos tocábamos, de repente mi cuerpo comenzó a tener espasmos, las paredes de mi vagina se contraía...
-Que... me corro... -gemí, él gruñó y aceleró, de repente clavé mis uñas en sus hombros, y me corrí.
Él siguió empujando hasta que consiguió su propia liberación. Me abrazó y yo lo abracé a él, sabía que si en ese momento pisaba el suelo, me caería, mi cuerpo temblaba tanto que una gelatina parecía piedra a mi lado.
Abrazándome me llevó al sofá y se sentó conmigo en su regazo, seguí abrazada a él un rato más...
-Eres increíble -me dijo besándome un hombro.
-Pues anda que tu -contesté sin pensar. Con él había experimentado el mejor sexo de toda mi vida, pero no se lo iba a decir, no por ahora... Me levantó la cara que yo tenía apoyada en él y me sonrió antes de darme un suave beso en los labios.
-Creo que es mejor que nos vayamos vistiendo -me dijo. Llevaba razón.
Me dejó a su lado y me puse de pie, una vez que estuve segura de que mis piernas me sujetarían. Me coloque toda la ropa bien, entré en el cuarto de baño y me miré al espejo, ¡dios estaba horrible!
Estaba despeinada, las mejillas las tenía muy rojas, rojas de deseo... eso me hizo sonreír, el maquillaje había desaparecido, el pinta labios no estaba, y el rímel se me había corrido, cuando se me habían saltado las lágrimas, cosa de la que me acababa de dar cuenta.
Harry entró al cuarto de baño y se lavó la cara, yo me estaba retocando el lápiz de labios.
-Me has dejado echa una salvaje -me quejé- vaya pinta tenía.
-Estabas preciosa -me contradijo.
Ambos salimos del baño y él se dirigió a la puerta. De repente me acordé de que no llevaba bragas.
-Hazza...
-¿Si? -preguntó girándose hacía mi con una tierna sonrisa.
-Mis bragas -dije con un poco de pena- devuélvemelas.
-No -me contestó.
-¿Cómo qué no?
-Ahora son mías, ciao amore -me dijo, y salió de mi despacho, dejándome con la boca abierta y confundida ¿desde cuándo se dedicaba a decirme amor en italiano?VOTA💛