Me apresuré y me metí del todo en el agua
-¡Está fría! -grité sin poder evitarlo.
Enseguida él me abrazó.
-Te lo intenté advertir -me dijo- pero ya que estamos aquí te voy a hacer entrar en calor -fue un susurro, que hizo que mi cuerpo se estremeciera.
Me agarró de las nalgas y me alzó, le rodeé la cintura con las piernas y el cuello con los brazos. ÉL me besó con ferocidad, Me froté contra él y lo oí gruñir. Me pegó más contra su cuerpo.
Jadeé al sentir la punta de su pene presionando en la entrada de mi vagina. Me moví intentando que entrara completamente en mi, pero él me sujetaba por lo cual no tuve éxito.
Me agarré a sus hombros y bajé mi cintura haciendo que entrara en mi... completamente.
-¡Dios! -jadeé. Me sentía tan bien estando así con él...
-Ahora somos uno -susurró él, manejándome, moviéndome, un nudo se alojó en mi estómago, pero lo ignoré y me dediqué a disfrutar.
Agarrándome de la cintura me movía y yo hacía lo mismo agarrándome a sus hombros, le seguía el ritmo. Busqué su boca y lo besé, mientras nos besábamos, él metió una mano entre nosotros, y buscó mi clítoris, lo presionó, lo acarició... Jadeé rompiendo el beso. Era demasiado. Cada día era mejor.
Las paredes de mi vagina comenzaron a contraerse, y yo me quedaba sin aire. Me movi con mas urgencia buscando mi liberación quería y no quería correrme. Si lo hacía conseguía mi objetivo, pero entonces se acabaría...
Harry me guiaba, me iba a llevar al mundo del placer, mi cuerpo se sacudía en espasmos, anunciando mi orgasmo, me aferré a él y me contuve. Apreté las paredes de mi sexo, para que él se corriera conmigo.
Me penetraba profundamente, lento y profundo. Grité su nombre mientras me corría y él gritó el mio cuando se tensó dentro mío. Apoyé mi cabeza en su hombro e intenté respirar con normalidad, él dobló las rodillas e hizo que el agua nos refrescara un poco. Me dio un beso en el cuello y cerré los ojos.
Tiempo despues...
Me siento fatal. Muy mal. Sin ganas de nada. Ya han pasado exactamente cincuenta y ocho días y diez horas desde que Harry se había ido.
Los días son eternos, el trabajo sirve para entretenerme, hago horas extras para matar el tiempo, recojo la casa varias veces al día, leo... pero nada hace que me olvide de él.
Además de que ¡¡es imposible!! Me llama por lo menos una vez al día y lo peor... es que me he acostumbrado a esas llamadas.
Desde el día de la playa todo fue distinto...
Harry no se fue al día siguiente, si no a la semana, me dijo que le habían dado una semana de plazo para decidirse. Y yo recé para que se quedara. Sin éxito. Durante esa semana todo fue diferente a como era anteriormente, nuestra relación fue más intima e intensa.
Hacíamos el amor todas las noches, y casi todas las mañanas. Salíamos a cenar, a las discotecas, fuimos a la playa -donde hicimos el amor de nuevo- también fuimos de comprar y al cine. Al campo y por un helado paseando...
En un principio me pregunté si se quedaría, pero después del sexto día descubrí que no seria así: él hacía la maleta cuando yo salía de la ducha.
Las lágrimas corrieron por mis mejillas y el me abrazó, diciéndome que también me echaría de menos. Pero yo no solo lo iba a echar de menos, sino que también se me iba a romper el corazón... Respiré hondo me sequé las lagrimas y lo besé para acabar en la cama de nuevo.