Ferrán se quedó dentro del coche mientras yo recogía todas mis cosas para entrar a clase, observaba mí facultad con expresión aburrida... o confundida, en realidad es que el rostro de mi hermano costaba mucho descifrarlo.
- ¿Pasas a recogerme? - tras un suspiro muy dramático asintió, para luego acomodarse en el asiento y encenderlo para dirigirse a su edificio. Él pertenecía a la facultad de Arte, yo al de las Ciencias de la Enseñanza, así que eran dos edificios completamente distintos, situados en los extremos del campus.
- Bien, te espero a eso de las 5 - le guiñé un ojo al tiempo que tomaba su muñeca derecha y le depositaba un beso rápido y pequeño. Ferrá besó los 3 dedos principales de su mano (el índice, el corazón y el anular), y los ponía encima de mí cuello, justamente donde tenía mí cicatriz. Observé la tristeza de él esta mañana...La misma de cada día desde que existimos.
-Bien muchachos, espero que les guste leer mucho, y si no es así, al menos finjan y vayan preparando su cerebro, porque la psicología es algo pesada en ese sentido.
Estaba en el primer día del primer trimestre de ese año. Este era mí segundo año en la Universidad, cursaba la carrera de enseñanza especial y aunque había sido en realidad algo espontáneo, fue lo único que me "atrapó".
La profesora estaba con su primera charla, esa que todos tenemos que soportar el primer día de clase y que cansa hasta la médula.
- Bien muchachotes, algunas de sus caras no las reconozco... Así que vamos a presentarnos. Tú no Loui, desde que destrozaste la sala de trofeos tu cara es imposible de olvidar para mí.
Todos rieron, excepto el chico al que la profesora se refería; había escuchado su nombre muchísimas veces, el decano lo había expulsado ya de 3 facultades por todas las bromas y los destrozos que había causado en cada una de ellas... Lo peor es que nunca perdía su beca (la 5ta, que era por excelentes calificaciones, y de la que sólo gozábamos exactamente 5 personas en aquella Universidad), ya que sus calificaciones sólo eran de 10. Lo que quiere decir: el chico era de promedio prefecto.
El día se pasó bastante rápido entre las 3 materias y la extra curricular. Aunque, como todos los primeros días, fue agotador entre presentaciones, métodos de calificación y amenazas por parte de profesores que querían generar pánico de buenas a primeras.
A las 5 menos cuarto, mientras esperaba a Ferrán sentada en la acera del parqueo de mí facultad pude ver a lo lejos a Martín riendo con varios de sus amigos mientras salían de la facultad de Ciencias Médicas, edificio que por cierto, quedaba pegado al mío. Supongo que alguno de ellos lo puso al tanto de mí presencia, porque exactamente apenas lo vi, me observó él también atentamente. Se acercó rápidamente a mí y se sentó a mí lado, tomó una de mis manos e hizo el ademán de levantarme con él.
- ¿Se puede saber qué quieres, Martín?
- Vamos, te llevo a casa... - me sonrió ampliamente con gesto inocente, gesto que, obviamente, no me creí ni por un segundo.
- De seguro esa sonrisa te funciona en tus fajes de una noche, pero te recuerdo que, nos guste o no, nosotros somos hermanos. Así que ya deja de hacer el papel del bueno, deja el drama, levanta tú trasero y aléjate de mí.
No se movió, por el contrario tan sólo me soltó la mano y puso un gesto que según él, generaba pánico.
- ¿Hay alguna razón por la que andes de mala leche, hermanita?
- ¿Tenerte a mí lado jodiendo no te parece razón suficiente, Martín? -observé como poco a poco su respiración se agitaba, y sentí alivio al notar el honda city parquerse frente a mí.
Me levanté de un solo brinco para subirme al coche, pero Ferrán ya se había bajado y me había abierto la puerta para que entrara.
La novia de Martín se acercó a paso rápido junto con otros 3 amigos más del mismo.
-¿Ya llegó a rescatarte tú novio? - dijo la maldita subia oxigenada, mientras inflaba una bombita de chicle y la reventaba con sus asquerosos dientes amarillos. Por un momento sentí pena por Martín, ¿cómo soportaba tener contacto con esa dentadura?
- Soy su hermano, tú lo sabes, has cenado muchas veces con nosotros.
- ¿Con ustedes? ¿Yo cerca de ustedes? Ni lo recuerdo la verdad.
- Quizá el cloro que te echas para desteñirte el pelo y aparentar que eres rubia, te esté quemando el poco cerebro que Dios te dio como premio de consolación. - y así Ferrán se subió al coche observando fijamente a Martín.
¡Boom, en tú cara perra!
Arrancamos a toda velocidad hasta llegar a la carretera principal.
-No soporto un día más con ese maldito gilipollas - observé que mí hermano tenía los nudillos blancos de tanto presionar el volante. Tomé su muñeca derecha y la besé, gesto que por supuesto lo tranquilizó.
- Ni siquiera me has preguntado qué me ha dicho, tan sólo te lanzaste igual de impulsivo que siempre cuando de mí se trata a discutir con él... - lo miré fijamente.
- Se que tenías miedo, lo sentí, así que salí corriendo del ensayo. Cualquier cosa que te haga sentir algo malo, así sea miedo, merece que le patee el culo... - me miró también por un segundo - además... aprovecho cualquier estupidez que me haga pelear con Martín, menudo idiota.
Solté una carcajada sonora, amaba realmente a este chico.
------------------------------------------------------------------------
Nota de la autora
¡Hola chicos (as)! Espero que estén disfrutando el inicio de esta historia llena de muchas emociones. No se si les gusta imaginarse a los actores por ustedes mismos (de ser así, pídanme acá por medio de un comentario sus descripciones), no las he puesto porque está de moda representar a los personajes con la foto de alguien que se parezca un poco, así que en cada capítulo iré poniendo en la portada a un personaje. El primero de todos, es Ferrán, no voy a mentirles, ¡él es mi favorito!, siento muchísima conexión con él ya que se parece mucho a mí hermano mayor. ¿Les gusta Ferrán?
Mil besos a todos (as), gracias por esta oportunidad. :)
Se cuidan mis molocotongos.
ESTÁS LEYENDO
Galathea Entre Sombras (Redactando)
Teen FictionNo estoy segura de nada. No se si estoy viva, muerta, o en un viaje astral. Tal vez mi costilla esté quebrada, tal vez sí esté muriendo, y quizá este líquido que sale de mi nariz y mis oídos sea mi propia sangre... Tal vez esté perdida, quizá jamá...