Capítulo 4: ¿Vigilancia Nocturna?

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Saqué al pequeño conejillo de indias de Marcus por petición del mismo, ya que no podía salir de la habitación, y su "amiguito" Angus no podía pasar un día sin dar una vuelta en el jardín frente a la casa. 

Mientras sostenía la diminuta correa del aquel diminuto personaje logré divisar un auto en la acera enfrente de la casa, aunque sabía que Stefano no esperaba a nadie, jamás dejaba el trabajo para el hogar así fuera un diminuta reunión. 

El invierno estaba comenzando en Tailena, y una corazonada me hizo entender que no era buena idea quedarme mucho tiempo fuera, así que luego de unos 5 minutos fuera, y luego de asegurarme que aquel bicho con complejo de perro había hecho sus necesidades, entré en la casa y fui a devolver al perro que no era un perro pero que él creía que sí, al cuarto de Marcus. 

Me lavé las manos con paciencia y me dirigí hacia mí habitación, aún preguntándome qué le pasaría a Paulette; al entrar me pegué un susto de muerte, Ferrán estaba acostado en mí cama boca arriba con la cabeza colgando y charlando con alguien... Claro que Ferrán no fue quién me asustó, él siempre estaba allí, sino que alguien más estuviera en mí habitación... hablando con Ferrán.

- Maldita sea, casi logras que me de un paro, Tadeo. Pensé que te habías ido hoy, ¿Qué te hizo volver?

Tadeo es estudiante de aviación, lo cual le hizo ir a otra Universidad. Eran aproximadamente 7 horas de viaje, así que Tadeo tenía un apartamento allá (un Galván jamás podría quedarse en una residencia universitaria y mucho menos en una fraternidad). Normalmente venía sólo los fines de semana, ya que Paulette se volvía loca si dejaba de verlo por mucho tiempo.

- Tenía que venir a conocer a Amaïa... Ya sabes, nuestra nueva hermana, la bebé, de 3 meses... ¿sí sabes de quién hablo? - le miré con gesto de obviedad, y se alzó de hombros riéndose. - venía a ver si ya la habían conocido... Bueno en realidad venía a advertirles que se pusieran un guante antes de ir a su habitación. Intenté tocarle la mejilla y mamá casi me arranca el brazo entero; esa mujer ahorita es capaz de asesinar a quien toque a esa niña... o al menos a quien lo intente.

- O rociarlo de gas pimienta... - Tadeo y yo miramos a Ferrán, que estaba serio, y soltamos una sonora carcajada al mismo tiempo. 

- ¿No saben si ya le dio el suyo a Amaïa? - Marcus se asomó por la puerta y lo invitamos a pasar. 

Quería quedarme callada, pero no pude evitarlo - De seguro le mandó a hacer uno como colgante... un hermoso dije de spray gas pimienta que adorne su cuellito regordete. - todos estábamos serios de nuevo, pero segundos después volvimos a soltar la carcajada, de sólo imaginar aquello no podíamos parar. Hasta que el diablo se apareció en la puerta. 

- ¡Hombre, Martín! No pases esa puerta que te quemas... - todos miramos al moreno - ya sabes... es que el buen humor es para ti lo que el sol para un vampiro... 

Ferrán se cayó de la cama de tanto reírse, y se le unió Marcus. A mí sólo me daba risa ver la reacción de Martín. No me mal entiendan, tal vez muy en el fondo el chico no era una mala persona, pero realmente era intolerante a dos cosas: la lactosa y las personas que jugaban de perfectas, y era curioso porque me había adoptado una mujer con el complejo más estricto de perfeccionismo. 

Martín tan sólo puso una sonrisa prepotente - Marcus, te espero en mí habitación, papá quiere que revise tus heridas. 

- No es necesario, Gali ya me ha limpiado... - levantó sus pálidas manos llenas de vendas. 

- Por lo mismo... no vaya a ser que cojas una infección y tengamos que cortártela.

Tadeo se levantó de un brinco con una gran sonrisa - ¡Eso sería fantástico!... Haríamos el club de los discapacitados... Ya saben, yo sería el tullido, Marcus pasaría a ser el manco, no lo sé, nos faltaría el ciego aunque eso se arregla con fingirlo con un parche, Ferrán es el mudo, porque nunca dice ni pío... - no lo podía evitar, Tadeo era especial.

Galathea Entre Sombras (Redactando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora