Capítulo 6: El alma oscura

5 0 0
                                    

 Sentí algo duro en mí mejilla, frío, y pegajoso... ¿En dónde estoy?

 Abro los ojos lentamente, o al menos eso intento, pero noto que mi ojo derecho no se abre, intento alzar mí mano para tocarlo pero están atadas. ¿Qué demonios me sucede?
 Las imágenes son muy borrosas, los recuerdos van y vienen, no comprendo que me han hecho, pero me duele todo el cuerpo. Intento sentarme a como puedo, con mis manos atadas en mi espalda, y los tobillos también; una punzada de dolor asoma en mí cabeza, me han golpeado fuertemente, no sé el porqué...

 Noto que estoy en una especie de cueva, el suelo es de piedra y la pared en la que estoy recostada también, está frío y huele a cañería. Escucho el agua correr en algún lugar, pero no logro ver nada, la oscuridad no ayuda y mí ojo cerrado tampoco. Sólo se que siento dolor por todo mí maldito cuerpo, cada parte de él me duele y me es difícil saber cómo me golpee. Así que...

No estoy segura de nada.

No se si estoy viva, muerta, o en un viaje astral.

Tal vez mi costilla esté quebrada, tal vez sí esté muriendo, y quizá este líquido que sale de mi nariz y mis oídos sea mi propia sangre... Tal vez esté perdida, quizá jamás me encuentren...

 Y entonces hago lo único que se hacer... Lloro amargamente, porque se que salir de ahí no será fácil, es más, lo veo imposible.

 Lloro amargamente, porque se que salir de ahí no será fácil, es más, lo veo imposible

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Una patada en mí costilla es suficiente para entender que me he quedado dormida. 

Cuando abro mi ojo, me encuentro con una luz que me encandila y una sonrisa amarillenta y mal oliente. Y es entonces cuando recuerdo todo: al hombre de color, el correr colina abajo, el atropello y el pañuelo con el líquido. 

- Gracias a Dios que despertaste, llevas dos días inconsciente, ya estaba pensando en cuál lote baldío tirarte, muerta no vales nada para mí.

¿Y acaso viva sí lo valgo? ¿Qué demonios está pasando?

- Verás, necesito llamar a tú padre, y necesito que tú hables con él para pedirle auxilio y todo eso, y ya me has quitado demasiado tiempo. - se acuclilla frente a mí y noto su rostro cetrino, tengo ganas de soltarle un puñetazo, pero en vista de que no puedo utilizar mis manos, le escupo y eso fue un pésimo error. 

Se levanta y ríe con fuerza... Y lo siguiente que siento es su patada en mí cara, creo que me ha roto la nariz.

- Mira maldita, no me importaría asesinarte, pero no puedo hacerlo, porque vales mucho dinero. Aunque lo pensaré seriamente cuando tenga el dinero en mis manos, después de todo dudo que tus padres te extrañen. 

Se acerca a paso lento y me agarra del pelo con fuerza, y duele tanto que lloro. - ¡Levántate porque necesito hacer esa maldita llamada!

Lo intento, pero no lo logro, mi cuerpo se siente débil y todo duele demasiado. 

Veo algo en la parte de arriba, de un hoyo viene la luz y alguien comienza a bajar ahí, con una escalera. Es el hombre de color al que rocié con el gas pimienta, y ahora da aún más miedo, cuando estoy vulnerable.

- No se va a mover amigo, creo que tiene el 60% del cuerpo fracturado por el atropello, tenemos que llamar a Raivan para que la revise.

- Lo que yo necesito es que la zorra blanca camine, y no le da la gana, ¡me importa un bledo si está quebrada! Va a caminar sola. - el hombre de dientes sarrosos camina hacia la escalera, y se que yo no voy a lograr subir por ahí; comenzando porque es una escalera de carpintería común y silvestre, continuando porque tengo mis manos y pies atados, y terminando porque el 100% de mi maldito cuerpo está pidiendo auxilio del dolor que siente. 

Sigo llorando como una mocosa malcriada, porque no quiero hacerlo, se que no voy a lograrlo, pero entonces el hombre de color se pone de rodillas frente a mí y comienza a soltar las cuerdas que atan mi cuerpo. Sin decir nada ninguno de los dos, este comienza a atar mis manos frente a mí pero con una distancia considerable.

- No te va a costar tanto agarrarte de los tubos, será sencillo subir. - lo dice con voz seca, serio y algo enojado. 

- N-no... No pu-puedo subir - el frío se une con el dolor, siento el cuerpo adormecido pero adolorido, son sensaciones que ni siquiera en mis peores momentos he sentido. 

Me observa serio - No es tanta distancia niña, en 10 segundos estás arriba. Si no te levantas él te arrancará el cabello, y eso no será bonito. 

Negué con la cabeza, ¿acaso no entiende? - No siento mí maldito cuerpo - casi lo grito, si no fuera porque no tengo la fuerza - Todo me duele, tengo frío y juro que un par de mis huesos están partidos en pedacitos, así que créeme cuando te digo que el hecho de no tener cabello es lo menos malo que me puede pasar en estos momentos. 

Asiente pero no dice nada, sólo se levanta y toma mis manos, las pasa por su cuello y me sube en su espalda con facilidad, cual gorila en selva, lo hizo con total naturalidad. Comienzo a sentir como sube por las escaleras, y agradezco que me sostenga con fuerza porque ya me habría caído. 

La luz fuera de la fosa es cegadora, y ahora mí ojo también duele. Escucho un chasquido y luego un golpe seco, y entiendo que el Gorila me ha tirado al suelo. ¡Vaya amabilidad! 

El de dientes sarrosos se acerca a mí, y toma la cuerda que sobra entre mis manos y comienza a arrastrarme por un pasillo, grito porque el dolor comienza a hacerse insoportable, el cemento comienza a quemarme la piel del estómago, y grito aún más fuerte.

Otro crujido, me dio una patada con su talón - ¿Podrías hacer silencio de una maldita vez?

-La estás dejando en carne viva, Démeter. Es lógico que llore. 

- Cárgala tú entonces si tanto la estás cuidando... - Se observan a los ojos unos segundos - entonces no hay nada que discutir, no te metas. 

El de dientes sarrosos que según entiendo es Démeter, comienza a arrastrarme de nuevo, y siento como mí piel se adormece. A estas altura de seguro ya se están raspando mis costillas. 

Observo al Gorila caminar junto a mí, en un instante baja su mirada y con mis labios articulo lentamente "Por favor". Él vuelve a posar sus ojos al frente, e ignora mi petición; era lógico, ¿por qué me ayudaría? 

Siento cuando nos detenemos, y una puerta abrirse, pero no levanto mi cabeza del suelo, me están arrastrando como un maldito perro enfermo. Rezo porque todo esto sea una pesadilla... Cuando cruzamos la puerta siento algo frío debajo de mí y entonces el ardor comienza a hacerse insoportable.

- Aahhh, ¡Por favor! ¡No más! - le grito a cualquiera que esté con nosotros, porque necesito una salvación. -No lo entiendo, ¿por qué me haces esto? - lloro y grito, sin pena, sin restricciones, poco me importa ya hacer todo esto si estoy en este calvario. 

La cerámica no quema, pero arde demasiado, el frío roza las quemaduras que ha dejado el cemento. Rezo para desmayarme del dolor, así no sentiría nada, pero cuando estoy a punto de hacerlo, se detienen, y me ponen una cinta en la boca, y unas manos me levantan con facilidad. Al parecer el Gorila se ha apiadado de mí, cuando observo por detrás de su cuello, noto el rastro de sangre que fue dejando mí cuerpo, y por fin me desmayo.



Galathea Entre Sombras (Redactando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora