Capítulo 3: Malas interpretaciones.

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Cuando entramos a la enorme casa, escuchamos muchos gritos, unos cuantos vidrios rotos, y el llanto de un bebé... Observé a Ferran, y este por supuesto ni se inmutó ante lo que podría estar sucediendo.

Charles iba pasando por el recibidor con una escoba y el recogedor a toda prisa frente a nosotros.

-¡Señorita Galathea, benditos los ojos que la ven! Se ha armado un  lío inimaginable.

- ¿Hay algún problema con la nueva integrante?

- Pues más bien, con uno antiguo... 

Se escucharon más gritos arriba, inentendibles, pero claramente eran de Paulette. Y si la bebé estaba llorando  y Paulette estaba pegando gritos...

- Dígame por favor que la señora no se ha vuelto loca desde el primer día - observé con suma atención a Charles buscando algún indicio de incomodidad, algo que me indicara que estaba en lo correcto.

-¿Más loca? - Ferrán observaba con atención algunas de sus carpetas, por lo cual no observó mi gesto de reproche.

- No, señorita. Fue el señorito Marcus...

Ni siquiera escuché el resto. Salí huyendo a ver qué ocurría con el chico.  Vi dos figuras en el inicio del pasillo mientras subía corriendo las escaleras. Finalmente divisé los vidrios rotos en el piso y una sillita de bebé en el suelo que se mecía un poco y dentro de esta se propiciaba un llanto atroz.

-... ¡No me importan tus explicaciones Marcus, es tú hermana y punto!

Paulette se veía extenuada, desesperada... realmente se veía como una loca.

Con sólo verme el pelo, Marcus salió corriendo directo hacia mí. Sabía que yo iba a protegerle incluso de su propia "madre".

-¿Qué está pasando? - dije tomando sus brazos y enrollándolos a mí alrededor. - ¿te sientes bien?

Simplemente asintió y vi como manchaba mi blusa palo rosa de un rojo carmín. 

-No lo mimes, Galathea, esto es su culpa. Ha hecho un drama de Padre y Señor solamente porque he venido a presentarle a su hermana...

-¡Eso no fue lo que pasó! - Marcus se aferró aún con más enojo a mi blusa. -es que ni siquiera me has dado tiempo de explicarte, mamá. No me has dejado decir ni pío.

- Ya no quiero más conversación, estás castigado por faltarme el respeto.

No dijimos nada. Tomé por el brazo a Marcus y lo dirigí escaleras abajo.

- Acabo de dar una orden, Galathea... - vi a Paulette cruzarse de brazos con enfado.

- Lo sé, y la respeto por supuesto. Pero no voy a dejar que se desangre, primero voy a ver sus heridas y luego me encargaré de que suba. 

Tenía a Marcus sentado sobre la encimera de granito blanco, mientras Charles me ayudaba a vendarle la mano. Se había ensartado pequeños pedazos de vidrio en sus palmas y sus muñecas. 

-¿No vais a decirme nada? - me negó con la cabeza gacha - mmm... yo creo que con una explicación, comprenderé mejor lo que ha pasado. Y es que me he dejado la bolita de cristal en el casillero, es una pena, hoy no podré adivinar el problema.

No levantó la cabeza. Charles cortó el último pedazo de la venda al tiempo que la fijaba con una cinta de pega. Le hice señas para que nos dejara a solas, y salió sin hacer ruido. Comencé a sacar las cosas para prepararme un wrap de pollo mechado

-Sabes que no me voy a molestar contigo, no importa lo que haya pasado. Se que no has roto lo que sea que se ha roto, al menos no a propósito...

Nada, no me miraba. Ush, los adolescentes eran difíciles, pero es que la gente de esta casa eran casos especiales definitivamente.

Galathea Entre Sombras (Redactando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora