Capítulo 2

34 3 0
                                    

Mi padre me dió el permiso necesario para mi viaje a Salina Cruz.
Mi madre, entre sollozos también me dió su bendición.

Salina cruz, a tan sólo cuatro horas de distancia de mi pueblo, representaba para mi; en aquel tiempo mi gran oportunidad para proyectarme como lo que tanto anhelaba, ser futbolista profesional.
Mi estancia en aquel lugar sería tan solo por una semana, tiempo en el que sería presentado a un equipo de fútbol de tercera división, donde se me pondría a prueba.

Lleno de ilusiones y con la bendición de mis padres, y llevando en mis labios el sabor de aquel primer beso de mi novia y gran amor, abordé el autobús.
"El padre" asi le decíamos a aquel buscador de talentos que había llegado a Zipolite y que había sido el medio por él cuál tuve contacto en Salina cruz me acompañaba aquel día. De mi cuello colgaba una cadena de oro con una imagen de la vírgen de Guadalupe, regalo de Leti.
En mi mochila llevaba ropa para una semana, aparte y muy abrazado a mi pecho mi uniforme: shorts, playeras y medias, con la leyenda de: "Petroleros" así se llamaba aquel equipo.

Por fín llegamos al Puerto de Salina cruz.!
De ahí tomamos un taxi que nos llevaría al departamento de Marcos, que era el nombre de mi D.T.
una vez ahí nos dispusimos a descansar, intenté prender el televisor; pero Marcos me dijo: Daniel, a descansar, nada de desvelos que mañana nos esperan a las ocho en punto en la unidad deportiva.

Al siguiente día, nos levantamos muy temprano.
A las seis de la mañana ya estaba bañado y listo para salir. Mi desayuno solo fué un jugo de naranja y frutas, fué algo terrible para mí acostumbrado a otro tipo de comida. Marcos me había dicho que desayunaríamos algo ligero, pero jamás me imaginé; qué tan ligero.! Desde que Marcos llegó a Zipolite y formó aquel equipo de jóvenes y nos entrenaba en la playa, siempre nos comentaba que todo requiere de sacrificios.
Nos comentó que él había jugado en equipos como el Atlante, Puebla y Necaxa, y que ahora era un jugador retirado y formaba parte del grupo tècnico de un equipo de futbol de tercera división en Salina cruz, _ y si he venido hasta acá, es porque busco jóvenes que quieran y tengan deseos de sobresalir en el futbol.
A partir de ese momento en mi cabeza de adolescente soñador, había una sola idea, hacer todo lo posible para estar dentro de los elegídos, así que me dediqué a entrenar con mucho ahínco y a llenarme de ilusiones, ilusiones tan propias y muy características de un joven de tan sólo dieciséis años.
Mi vida misma giraba alrededor del futbol, me dormía y me levantaba solo pensando en ser uno de los seleccionados para la tan ansiada prueba.
Víno el primer reclamo de mi novia, una tarde Leticia me dijo: Dani, he llegado a pensar y a creer que quieres más al futbol que a mí, la abracé muy fuerte y aprovechó para decirme al oído: Dani, mi amor, sólo te pido que cuándo estemos solos tu y yo, no toques tanto el tema del futbol, te apoyo y deseo de todo corazón que triunfes y soy tu más ferviente admiradora, pero...no la dejé terminar, la volví a abrazar y la bese en los labios, como queriendo sellar así, un pacto con ella.

Por fín llegó el día tan esperado y fuí el único que aceptó correr la aventura, por motivos qué, hasta hoy no logro entender porque los demás no aceptaron, fuímos cinco los elegídos.
Y en este momento ya híba yo, rumbo a la unidad deportiva; lleno de nervios pero también de ilusiones, íba yo callado. De pronto el taxi se detuvo y él conductor dijo: jóvenes hemos llegado. Marcos le pidió al chofer que nos dejara más adelante, exactamente enfrente de la caseta de vigilancia, precisó.
Una vez ahí descendimos del taxi y un policía nos habrió la puerta del lugar.
Atravezamos el pequeño jardín y llegamos a lo que eran las oficinas de la unidad deportiva.
-todos saludaron a Marcos, pude darme cuenta que lo apreciaban mucho y que esperaban su llegada, después de los saludos vino la presentación.
--Daniel, te presento a Carlos Fuentes, D.T. del equipo Petroleros, Patricio, preparador físico, Julián es él asistente de Patricio; y por último a Javier, es el encargado de la logística de los eventos deportivos. Compañeros, les presento a Daniel Villafaña, dieciseis años. Cien por ciento Oaxaqueño, de un lugar maravilloso llamado Zipolite. Yo estaba ahí parado, las manos frias, todo me temblaba, y como siempre preza de mi tímidez, y sólo atiné a decir: mucho gusto.
El señor Carlos Fuentes, hombre robusto y de cuerpo atlético a pesar de los años, fué el que me pidió mi documentación, la cuál constaba tàn sólo de mi acta de nacimiento, una carta responsiva firmada por mi padre y unas fotografías tamaño infantil.
Patricio fué el encargado de presentarme con el equipo de futbol, jóvenes entusiastas de mi misma edad, mismas ilusiones, mismas ambiciones y mismos sueños, me dieron la bienvenida, eran aproximadamente veintidos integrantes.
Después de presentarme y saludar a cada uno de ellos, Patricio me llevo a dar un recorrido por toda la unidad deportiva.
Tres campos de futbol con medidas reglamentarias y pistas de atletismo, cada campo contaba con sus respectivos vestidores, todos con gradas y alumbrado, ademas dos canchas de básquetbol, tres gimnasios y un área de juegos infantiles.

La verdad estaba muy maravillado, y a mi mente llegó la imagen de Leticia, aaaah.! Suspiré, cómo me hubiese gustado tenerla a mi lado y disfrutar con élla ese recorrido.
Había un área llena de árboles y bancas de madera, ó más bién troncos de árboles, y pués acostumbrado a nunca salir del seno de mi hogar, recordé también a mi madre, ocupada como siempre en los quehaceres del hogar, pensando en mi tal vez ó lidiando con mis hermanas.
Terminamos el recorrido y llegamos nuevamente a la oficina, Patricio me encargó nuevamente con Marcos y me dijo: ---Daniel, a descansar que mañana empieza tu prueba.
Al día siguiente todo fué entrenamiento, entre pruebas de resistencia, control de balón, cursos de capacitación y pláticas intergrupales en fín, toda una terapia de relaciones humanas.
----Esto no sólo es correr trás un balón, nos decía el preparador físico, también requiere mucha concentración, el futbol requiere destreza,condición física pero además mucho coco, nos decía y se llevaba la mano a la cabeza.

Se terminaba la preparación física y después nos conducían a un salón y ahí a travéz de un pizarrón nos enseñaban estrategias de juego. Terminábamos agotados, se nos daba un tiempo para nadar en la alberca lo que yo disfrutaba enormemente.
Y así llegó aquel día en el que tenía que participar ya en la alineación de ese tan esperado encuentro. Nos enfrentaríamos a un equipo del Estado de Chiapas y aunque no inicié el partido, estaba yo ahí en la banca.
El tiempo transcurría a mi parecer muy lento, y mis nervios amenazaban con arruinar mi gran día.
Había ya iniciado el segundo tiempo y mis esperanzas de participar se esfumaban, y como reo a punto de ser sentenciado escuché de pronto al preparador físico llamarme al área de calentamiento.

Recuerdo que jugué escasamente quince minutos, creía ver a Leticia desde las gradas apoyándome como siempre lo hacía,dí lo mejor de mí. Me entregué con ahínco y fervor y esos pocos minutos fueron suficientes para que Patricio, al finalizar el partido me dijera: estoy satisfecho Daniel, vas muy bien.
El partido terminó con un marcador tres a uno, a favor de Petroleros.

Marcos se acercó a mi para decirme que a partir de ese momento pasaba a formar parte del equipo, me dijo además, Daniel hoy es viernes así que tú decides, ¿te quedas ó quieres ir a ver a tu famia?
Decidí regresar a casa, --además, tu sabes, le dije tengo que ir a la escuela. Después de la concentración del equipo y recibir algunas indicaciones nos despedimos. Marcos y yo nos fuímos a su departamento, recogí mis cosas personales y de ahí me llevó a la terminal de autobuses.

Una vez ahí, compré mi boleto me despedí de mi entrenador. Marcos me dijo: -----Daniel, nada de fútbol eh..!! Ve y descansa, iré por tí la próxima semana, me abrazó y deseándome un feliz viaje me palmeó la espalda.
La pequeña sala de espera de aquella terminal, estaba llena, todos hablaban, todo era bullicio, abracé mi mochila, tomé entre mis manos la medalla de la vírgen de Guadalupe, la besé, y vino a mi pensamiento aquella imágen dulce y tierna de Leticia.
Por fín abordé el autobús, me esperaban de cuatro a cinco horas de interminable viaje. Me quedé dormido.

Llegué a Pochutla a las siete de la noche, y en aquellos tiempos tomar un taxi que era el único transporte, era muy caótico, ¡toda una hazaña!
Ya una vez en Puerto Ángel, decidí caminar a Zipolite.

BAJO LA SOMBRA DE UN RECUERDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora