Línea recta

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Las siguientes historias son de _lila_zafiro, que me ha dado permiso para colgarlas.

Esta es del mismo año que la de Las pruebas de la vida.

Y si no encontrabais la frase de El principito, veréis que aquí se repite, ya que había las mismas normas.

Pequeño pueblo en Francia central, 1853

-¡Cleofé! Baja, que tenemos invitados- Cleofé, hija de una noble familia de Francia, ya sabía lo que le esperaba abajo. Sus padres llevaban más de dos meses intentando encontrarle un prestigioso marido. Querían que ella fuera igual que su hermana, casada a la fuerza con un hombre al cual no amaba. No quería casar-se con un hombre a la fuerza, Cleofé quería tener una familia con alguien a quien quisiera. No quería bajar al comedor, pero no tenía más opción ya que sino, sus padres la casarían con quien les apeteciese a ellos. Así que se puso su precioso vestido de color verde lima y bajó.

-Cleofé, deja que me presente. Soy Gregorio Forneau, hijo del caballero Asterio Forneau- dijo el chico. Cleofé debía admitir que esta vez sus padres se habían superado, Gregorio era un chico guapo y musculoso, con unos preciosos ojos azules y un largo pelo color azabache.

-Oh, señor Forneau, yo soy Cleofé Flament, hija de Bartolomé y Atilana Flament- contestó ella, con pocas ganas, porque era lo mismo que decía siempre que sus padres le llevaban sorpresas nuevas a casa. Lo dijo con la normalidad que pudo lograr, pero ya estaba harta de repetir siempre esa misma frase.

- Cleofé- repitió Gregorio-. Que nombre más bonito. Permítame señorita, que la invite a tomar alguna delicia en la cafetería de Caciano, el mejor panadero del lugar- siempre invitaban a Cleofé a la cafetería de Caciano, y ella, siempre aceptaba. Aunque no quisiera, Cleofé decía que sí, porque esperaba que quizá alguno de los hombres con los que acabara comiendo pastas aceptara su sueño: escribir un libro.

- Claro que sí, señor Forneau.

- Cleofé, querida, no es necesario que me llames señor Forneau, llámame Gregorio.

Y así, Gregorio y Cleofé salieron de casa de ésta y se fueron directamente a la cafetería de Caciano. Una vez allí pidieron unas pastas y se empezaron a conocer mejor.

- Cleofé, allí en casa de vos, no hemos hablado cómo dios manda, así que te voy a hacer una pequeña referencia a mi vida.

- Eso sería maravilloso, Gregorio- Ella sabia que seguro que su historia sería cómo la de todos los demás, seguro que buscaba un amor verdadero que no encontraba y que suponía que era ella, así que mientras Gregorio Forneau hablaba, ella se quedó mirando su comida y asintiendo de vez en cuando, sin poner nada de interés en la historia de su acompañante.

- Y tú, querida Cleofé, cuéntame tu historia- al escuchar esto, Cleofé vio la oportunidad de explicarle a Gregorio su pasión y esperar a que él la entendiera. Así que se puso a hablar, pero empezando por explicarle su familia- Verá, señor Gregorio, mi historia es bien simple, soy la hija pequeña de la familia Flament, mis hermanos son Froilana, la mayor, Teodomiro, que es el segundo más mayor y Heriberto, que tiene solamente 1 año más que yo. Froilana está casada con Casimiro y se dedica a la casa. Teodomiro, es médico y vive con su esposa Celestina. Y Heriberto es el mejor pescador de todos. Y yo... A mí sólo me apasiona escribir...

- Perdone la interrupción querida Cleofé, pero me ha parecido oír que usted quiere ser escritora- Gregorio parecía bastante sorprendido. Pronunció la palabra "escritora" con mucho desdén.

- Me ha oído usted bien, porque eso es lo que he dicho. Mi pasión es escribir un grueso libro para que todo el mundo lo conozca- le explicó pacientemente cómo quería hacer su libro, pero cómo todos los hombres que le llevaban a casa, Gregorio odiaba que Cleofé quisiera escribir. Y eso a ella le molestaba.

Historias cortasWhere stories live. Discover now