Capítulo 11

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Eran las 7 y yo ya estaba vestida y lista para salir. Tuve que coger una mochila grande y llenarla de todo lo que me dijo Alex. Una botella de agua, algo para picotear, un pesticida para los insectos (lo último creo que lo dijo de broma) y todo lo que una lady como yo tenía que llevar a la montaña.

No estaba muy acostumbrada a esas excursiones, mi madre odiaba la montaña casi tanto como mi padre, por ello estaba tan ilusionada con la idea.

Eran las 7:59 y yo ya estaba en la plaza que me había indicado. De lejos, vi como una figura azul se acercaba lentamente hacia mi. A esas horas la plaza estaba vacía, por lo que sólo podía ser Alex. Iba con unos pantalones de chándal negros y una chaqueta de hacer deporte negra y azul. El condenado sabía lo bien que le quedaba el azul, y realmente estaba guapo. Además su pelo estaba más alborotado y eso le daba un aire sexy. Yo tampoco iba mal, a pesar de haberme hecho una coleta, mi chándal era bastante ajustado al cuerpo y de un naranja melocotón. Yo sabía que ese chándal favorecía mis curvas, no era casualidad que lo hubiera escogido para ese día. Borré esos pocos adecuados pensamientos y me fije en que no llevaba mochila. ¿Me habría engañado? ¿Por que vestía ropa de deporte?

- ¿Y tú mochila?

- En el coche.

- ¿Vamos a la montaña en coche?

- No pero la montaña está un poco lejos de la plaza del pueblo.

- ¿Y hay cobertura en esa montaña?

- Pues no mucha, es una montaña.

- ¿Y si nos perdemos?

- No nos vamos a perder, me conozco bien el camino. Ahora vamos, paranoias.

- Tendré que fiarme.

- No te voy a secuestrar Alicia.

- Bueno, los secuestradores nunca dicen que van a secuestrar y mira si no hay secuestros.

- Me estoy empezando a arrepentir de haberte invitado.

- Mentira.

Sonrió, claro que era mentira.

Me cogió la mochila y nos fuimos directos al coche. Era un todo terreno blanco, un mitsubishi muy nuevo y muy mono.

- Que manía tienes con los coches blancos.

- ¿Como sabes que tengo otro coche blanco?

- Te veo a veces cuando vuelvo a casa en autobús.

- ¿Y tú eres la que está preocupada en que quiera secuestrarte?

- Ojo, que por verte yendo al coche soy una psicópata.

- Pero tuviste que quedarte mirando un rato hasta que me subí.

Mierda. Tenía las mejillas rojas de vergüenza. Para que digo nada.

- No pasa nada, yo también me quedo mirándote a veces.

Nada más decirlo se subió al coche. No tenía pensado ponérmelo fácil. Y eso me gustaba.

Estuvimos por lo menos una hora dentro del coche. La verdad es que Alex era muy guapo conduciendo, bueno, haciendo lo que fuera. Pero yo siempre había tenido un fetiche viendo a hombres conducir y siendo él, me costaba mucho no mirar.

- Si me miras tanto me desconcentró.

Jolín, no se le escapaba ninguna.

- Es que no me fio de como conduces.

- Ya seguro. ¿Tanto te cuesta admitir que te parezco guapo? .

¿QUÉ?

- Alex por dios, no seas tan engreído.

Querido Profesor IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora