XVI

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19 de Diciembre 2010

Era injusto, si alguien estaba de vacaciones era porque se supone que les daba un tiempo para descansar, para gozar de la pereza, comer hasta rodar por las escaleras, no tener responsabilidades por un momento, no para convertirte en una bolsa de basura o un bolso para bebés, no una niñera, ¡No una animadora para fiestas infantiles!. Había todo un salón de clases de primaria en aquel estruendoso lugar más sus familiares...Y con eso me refiero a sus hermanitos o primos que también eran niños y algunos otros que aún no podían estar sin pañal.

Era navidad y en éste momento debería estar con Pau en mi habitación comiendo dulces, tomando una deliciosa taza de té caliente, con pijamas. Pero no, no tengo una pijama en éste condenado momento, tampoco una taza de té y los dulces no puedo ni siquiera mirarlos porque Son para los invitados, según la tía Martha.

Saqué una lata de gaseosa del refrigerador sin prestar atención a los padres que estaban junto a mí, que me observaban con sus cejas alzadas preguntándose qué hacía una empleada de quinta bebiendo gaseosa, sus gaseosas. Sentí como el líquido frío pasó por mi garganta refrescando todo mi organismo, exhalé con placer al sentirme un poco más dentro de mis capacidades mentales gracias a la bebida. Aunque no duró demasiado pues la lata fue arrebatada de mis manos. Tania me miró de reojo y siguió su camino bebiéndosela ella.

-Yo solo quiero vivir un poco más...-Pensé al ver como se alejaba junto a mi gaseosa.

Esta vez no éramos polluelos, sino que nos convertimos en los duendes de Santa Claus. Un gran overol verde menta hasta los tobillos, un jersey cuello de tortuga rojo, un gorro de campanitas de los dos colores anteriores juntos y zapatos cuya punta parecía hecha con un rizador de cabello eran nuestros uniformes el día de hoy. Tanto chicas como chicos vestíamos igual, hasta los chicos tuvieron que maquillarse a regañadientes, sus mejillas fueron atacadas por el polvo rosado de Martha y un marcador de punta fina negro para hacer una simulación de adorables pecas. Para ser sincera no me desagradaban estos vestuarios, eran divertidos, aunque claro, el calor ha sido un martirio desde el primer momento.

Los niños corrían con sus chaquetas gruesas siendo similares a un montón de pequeños pingüinos, una pequeña pasó por mi lado persiguiendo a otra que parecía estar asustada, me di cuenta de que la niña morena de anteojos traía en sus manos un vaso con alguna bebida, antes de que ésta cayera encima de la pequeña de trenzas, la alcé cargándola y arrebatándole el vaso de la mano ocasionando así un gruñido de la niña.

- ¿Qué creías hacer?-Cuestioné con voz dulce cargada de una indirecta, la cual por el tono incrédulo que usé la niña pudo entender y se quedó callada. -¿Quieres hacer travesuras, eh? -Alcé una ceja. -¿Cuál es tu nombre? -Pregunté al ver que empezaba a mirarme con cierto pánico y sus ojos se humedecían.

-Lila -Murmuró estrujándose las manos acarameladas.

-Bien, Lila, ¿sabes que no puedes hacer esto, cierto? -Hablé con suavidad, con miedo a que rompiera en llanto y quedase yo como la maltrata niños del lugar. Ella asintió. -Entonces, si veo que estás cometiendo otra travesura la diré a tus padres. -Advertí con un tono dulzón que ni yo misma me lo tragaría, aun así la niña abrió los ojos y negó repetidas veces. -Bien, ahora adiós.-La bajé y el pingüino salió corriendo como en un principio.

Al alzar la vista la fijé en un trasero bien formado, redondo y abultado, era Will quien me daba la espalda, el overol hacía que los traseros de todos resaltaran más y el de él, se hacía destacar entre todos.

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⏰ Última actualización: Apr 30, 2018 ⏰

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